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LA FURIA LEGISLATIVA DEL PAPA FRANCISCO, LA CHAPUZA DE LA «FIDUCIA SUPPLICANS»

El amigo Tucho sigue callado, un verdadero milagro con la que está cayendo, el Papa Francisco intenta pasa página con una y mil intervenciones de los temas más variados para distraer al respetable. Son fórmulas viejas, de un pasado que ya no existe, hoy todos tenemos un estupendo archivo actualizado de todas las barbaridades de se van acumulando y que es imposible borrar. El mismo Tucho intentó, sin éxito, hacer desaparecer su porno libro, eran los tiempos de papel y esto se podía contemplar como posible, hoy ya no lo es.

La semana pasada, el Papa Francisco promulgó tres leyes de reforma más, cada una de ellas por decisión papal. En la jerga técnica del gobierno de la Iglesia, estos actos se denominan «litterae apostolicae motu proprio datae», «Cartas Apostólicas dadas por iniciativa propia». Se suman a la colección de más de 70 Motu proprio publicados en diez años de su pontificado. Los motu proprio se utilizan para legislar rápidamente. Las reformas más importantes y las leyes más radicales suelen requerir medios diferentes, e históricamente se han logrado a través de documentos más amplios, desarrollados escrupulosamente en profunda consulta con las oficinas especializadas de la Curia Romana.

El Papa Francisco toma decisiones solo, los documentos son creados por él o su entorno cercano y se publican sin mucha antelación y, a veces, sin preparación. En el pasado, sobre este tipo de reformas legislativas, grandes y pequeñas, se solían celebrar reuniones informativas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, que permitían comprender el contenido. Con el Papa Francisco, estas reuniones informativas siempre han disminuido, a menudo porque el departamento de comunicación ni siquiera había sido informado de los cambios que se estaban produciendo.

Con las reformas se implementa una especie de «furia ciega» con el deseo de mostrar tres cosas: mayor control, ruptura con el pasado y mayor transparencia. Esta furia, sin embargo, nunca resiste la prueba de la realidad. En la práctica, algunas reformas corren el riesgo de no cumplir con los criterios de razonabilidad. Es una situación que pone en riesgo a todo el sistema vaticano. Después de diez años de pontificado, estamos seguros de que el Papa Francisco es un legislador que toma decisiones y emite documentos. Es más difícil entender si se trata de un Papa verdaderamente reformador, a pesar de las numerosas reformas implementadas.

Estas reformas del Papa Francisco, nacidas en el camino, nunca parecen definitivas, proceden por prueba y error. No son el resultado de un estudio en profundidad, que dé lugar a documentos que puedan perdurar en el tiempo. Sobre todo, la forma y el contenido de las reformas que surgen de las solicitudes dirigidas al Papa Francisco y promulgadas por él están muy influenciados por quiénes se encuentran entre los asesores de confianza del Papa en ese momento y qué intereses persiguen.

Se trata de una actividad legislativa que aparece de alguna manera como una simple emanación de la voluntad personal del Papa Francisco, es imposible discernir si dentro o detrás de esa voluntad personal existe un plan real o una visión de largo alcance. Nada dura en este pontificado. La impresión es que se toman decisiones y los procesos continúan hasta que una nueva decisión o proceso puede revertir la situación. Se suele decir que necesitaríamos un Papa-legislador después de este pontificado, o quizás sería más necesario un Papa pastor, capaz de recomponer la desunión así creada y lo suficientemente inteligente como para rodearse de legisladores. Hay necesidad de reformar la reforma del Papa porque la reforma del Papa Francisco parece bastante frágil.

Para muestra un botón que nos hace ver como se chapucea en el Vaticano del Papa Francisco. El Cardenal Ambongo cuenta, paso a paso, cómo se gestó el rechazo a la bendición de parejas homosexuales en el continente africano. Lo tenemos en «Le Salon Beige»: “Cuando el 18 de diciembre, recibimos el documento Fiducia supplicans, firmado por el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y confirmado por Su Santidad el Papa Francisco, hubo revuelo en África.

No entendíamos lo que estaba sucediendo a nivel de la Iglesia. Además, otras iglesias que nos llamaban, decían: que ‘contamos con la Iglesia católica para oponerse a esta ideología. Ahora, ustedes son los primeros en autorizar la bendición de parejas homosexuales’”. “Las reacciones comenzaron. Y con toda responsabilidad, escribí a todas las conferencias episcopales de África y Madagascar». “Las conferencias episcopales escribieron. Imprimí todas las reacciones de todas las conferencias episcopales. Hice la síntesis en un documento”.

Viajó a Roma, ese mismo día el Santo Padre lo recibió: “El Papa estaba muy apenado. Debo decir que fue el primero en sufrir todas las reacciones que llegaban de todas partes del mundo. Él sufre por eso porque es un ser humano. Esto no lo hace feliz”. “Llegué a un acuerdo con él porque le dije que la solución a esta cuestión ya no es enviarnos documentos con definiciones teológicas o filosóficas de bendiciones. Al pueblo no le interesa eso. Lo que interesa ahora es una comunicación que tranquilice al pueblo en África, que calme los espíritus de los fieles. Y él, en cuanto pastor, estaba tocado por esta situación».

“Con el prefecto, yo frente al ordenador, un secretario que escribía, preparamos un documento. Y el documento lo preparamos en diálogo y acuerdo con el Papa Francisco, de manera que a cada momento lo llamábamos para hacerle preguntas, para ver si estaba de acuerdo con esa formulación, etc.” “Firmé el documento como presidente del SECAM en nombre de toda la Iglesia Católica de África. Y el prefecto del dicasterio lo firmó, no el documento que se hizo público, sino el documento que guardamos en los archivos. El documento se titula ‘No a la bendición de parejas homosexuales en las Iglesias católicas’”. “No podemos ser promotores de una desviación sexual. Que lo hagan en sus hogares, pero no en los nuestros”.

Lamentó que en Occidente se ha perdido el sentido del matrimonio y la cultura “está en decadencia”, algo que también afecta la economía. “Poco a poco, van a desaparecer. Van a desaparecer. Les deseamos una buena desaparición”. «Nuestra cultura en África no es así. Sí, tenemos muchos defectos, pero no se nos puede reprochar la homosexualidad. Se puede encontrar casos aislados, como los de Uganda” pero “la sociedad no funciona de ese modo. Esa práctica no existe en nuestros hogares”.

AcaPrensa / SPECOLA extracto

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