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LA DOBLE PERSONALIDAD DEL PAPA FRANCISCO

Son muchos los que piensan que Jorge Mario Bergoglio pasará a la historia como el pontífice más controvertido del tercer milenio. Muchos lo consideran un pontífice reformador, pero otros subrayan sus contradicciones e inconsistencias que reflejan tensiones internas dentro de la Iglesia católica que Bergoglio no extinguió, sino que fomentó. Un ejemplo, entre muchos posibles, es el de la liturgia que su predecesor había intentado sabiamente calmar. Uno de los aspectos más celebrados del Papa Francisco es su compromiso con los pobres. Su estilo de vida aparentemente sobrio, el rechazo del apartamento papal y de los coches estatales, las frecuentes llamadas de atención a estos últimos ganaron, por un primer momento, la opinión pública, pero estas elecciones simbólicas suelen salir muy caras.

Sus vínculos con hombres políticos poderosos y controvertidos y el continuo llamado a la misericordia que siempre ha choca con la realidad: personas expulsadas, escenas y enfados que los colaboradores soportan cada día, juicios finales contra quienes tilda de enemigos, etc. En los últimos años ha quedado claro que hay dos personalidades que conviven. El que está abierto a los homosexuales y el que los define como «froc*», el que es irreprochable contra los abusos y el que protege a sus amigos (Zanchetta, Rupnik…), el que condena la corrupción y el que se alía él mismo con los corruptos, etc. La lista sería muy larga. Se habla mucho del «carrerismo», pero durante este pontificado el arribismo explotó a la enésima potencia.

Kasper ha sido una de las estrellas de pontificado, un hombre lleno de ideologías al que llamarlo católico es realmente exagerado. Durante el pontificado de Benedicto XVI fue uno de sus mayores críticos. Kasper ayudó al Papa a aprobar, en medio de la indiferencia más generalizada, un documento como Amoris Laetitia que tenía que funcionar como la parte teológica en la que Bergoglio está claramente desinteresado. El cardenal alemán le dijo: «Yo también me pregunto: ¿es indispensable que todos los secretarios de los dicasterios del Vaticano sean obispos?» En la Curia hoy hay una alta concentración de obispos. Muchos desempeñan funciones de burócratas y eso no es bueno. El obispo es pastor. La consagración episcopal no es un honor, es un sacramento, concierne a la estructura sacramental de la Iglesia. ¿Por qué entonces es necesario un obispo para desempeñar funciones burocráticas? Aquí, en mi opinión, se corre el riesgo de abusar de los sacramentos. Ni siquiera el cardenal Ottaviani, histórico secretario de la Congregación del Santo Oficio fue inicialmente obispo: lo fue más tarde, con Juan XXIII».

Si bien hay quienes claman por la necesidad de mujeres en lugares de poder, éste es el pontificado que más ha desfigurado el rostro de la Lumen Gentium. El episcopado se ha convertido en una medalla a conceder, más que en un sacramento, un título, un mérito. Esto es tan cierto que aquellos obispos que ejercen su autoridad y autonomía son inmediatamente expulsados y destituidos. «El grave problema es que este es el primer Papa que no vivió el Concilio Vaticano II». Según este personalismo del Papa, el Decano de la Rota Romana fue nombrado arzobispo, el Maestro de Ceremonias lo mismo, los subsecretarios pasaron a ser obispos y cardenales, etc.

Esto sucede porque para Francisco el episcopado y el cardenalato son un premio que el Papa otorga a quienes se muestran fieles a su visión de la Iglesia. A veces estas personas recién nombradas dicen: «El Papa reconoce en mi nombramiento la validez de esta diócesis, de este pueblo». Falso, el Papa nombra por su nombre, hasta el punto de que él mismo escribe los nombres. Avanzamos cada vez más hacia un Cónclave-Parlamento, el Cónclave será cada vez menos «curial».

Quien piense que todos los que acabarán en la Capilla Sixtina tienen las mismas ideas que Francisco, se equivoca y hasta Kasper no comparte muchas opciones. Casi todos los que eligió -con excepción de algunos errores que se le escaparon- caen en ese mar de personas que ven en la Iglesia un lugar donde preocuparse de temas social y políticamente interesantes y no de Jesucristo.

AcaPrensa / SPECOLA extracto

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