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LA SAGRADA FAMILIA NO RENUNCIA A SU ELEMENTO MÁS POLÉMICO: «ERA EL PROYECTO DE GAUDÍ»

La escalinata que debería dar acceso a la puerta principal del templo sigue en el aire, mientras la Basílica encara su recta final

La Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona culminó en 2024 un año de récords absolutos —recibió casi cinco millones de visitantes e ingresó 133,9 millones de euros, según anunciaron la semana pasada—, y encara los próximos meses con la vista puesta en la fase final de las obras de construcción del templo, que se prevé que estén terminadas para 2033.

Este 2025, no obstante, sí se acabará la torre de Jesucristo —la última que quedaba, y la más alta, con la que la Sagrada Familia alcanzará los 172,5 metros de altura—, así como la capilla de la Asunta, en la calle Provenza. Además, se empezará a trabajar en la fachada de la Gloria, la única que queda por construir y que debe ser la entrada principal de la iglesia una vez terminada.

Esta fachada hoy es un muro de hormigón ondulado y sin demasiada gracia, pero en los próximos años irá tomando forma el sueño de Antonio Gaudí, que imaginó la puerta principal de la Sagrada Familia como una catequesis sobre los novísimos: a medida que el espectador recorra la construcción, su vista irá ascendiendo —como Dante en su Comedia— del Infierno al Purgatorio y, finalmente, el Cielo.

«La fachada de la Gloria busca expresar aquello que no conocemos: la vida eterna, la gloria de estar en presencia de Dios», explicaba a El Debate en una entrevista el arquitecto director de las obras, Jordi Faulí. El camino de piedra será también una propuesta de santidad.

«Se mostrará cómo llegar al Cielo, empezando por el Padrenuestro [presente en la puerta, obra de Josep Maria Subirachs] y siguiendo por los sacramentos, las obras de misericordia, las bienaventuranzas y los oficios, en los que Gaudí hace mucho énfasis, como camino de servicio», añadía Faulí.

La escalinata de la discordia

La citada puerta de Subirachs, sin embargo, se encuentra ahora mismo a cinco metros de altura de la calle, lo que revela el aspecto más polémico de esta fachada: según el plan original de Gaudí, a la Sagrada Familia se accedería por una gran escalinata que se construiría sobre lo que hoy es la calle Mallorca, y que implicaría el derribo de los bloques de edificios que se encuentran frente al templo.

Esta situación no es nueva, ni mucho menos, sino que viene de muy atrás, pero lleva décadas enquistada y por ahora no se ha resuelto. Las negociaciones entre las asociaciones de vecinos, el Ayuntamiento y el templo siguen abiertas, pero aún no se ha llegado a un acuerdo aceptado por las tres partes.

De momento, el Patronato de la Sagrada Familia prevé recibir en unas semanas el permiso municipal para instalar los andamios —se pidieron el 23 de enero— e iniciar la construcción de la fachada, según señalaron a finales de la semana pasada en la rueda de prensa de balance anual.

Respecto a la escalinata, el presidente delegado de la Junta Constructora, Esteve Camps, insistió en que su intención es llevarla a cabo: «No renunciaremos al proyecto de Antonio Gaudí», dijo.

Además de la escalinata, un segundo problema que tiene la construcción de la fachada es que la de la Gloria incluye unos voladizos que exceden el límite vertical de la parcela y que no se contemplan en los permisos actuales otorgados por el Ayuntamiento. Se trata de una serie de hiperboloides que sobresalen de la fachada a veinte metros de altura e invaden el espacio vertical de fuera del solar. De ahí que el plazo de 2033 adelantado por la Junta Constructora solo contemple la verticalidad del templo: quedarán entonces aún pendientes de terminar la polémica escalinata, los voladizos y también la decoración escultórica de la fachada, que incluirá unas 100 figuras y que por el momento aún no se han encargado a ningún artista.

AcaPrensa / Guillermo Altarriba Vilanova / El Debate

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