Terminamos con un artículo sobre la intromisión de la Iglesia católica, y del Papa Francisco en política. «Lo primero que hace la Iglesia cuando juega a la política es erosionar su propia autoridad. Los absolutos morales no pueden ni deben probarse con medidas mundanas, y tratar de hacerlo sólo hace que los primeros parezcan tontos en comparación con los segundos. El Papa Francisco envió una carta a los obispos estadounidenses, en la que más o menos les dice que deben resistir la política migratoria del presidente Trump. “He seguido de cerca la gran crisis que se está produciendo en Estados Unidos con el inicio de un programa de deportaciones masivas”, escribió el Papa, y “el acto de deportar a personas que en muchos casos han abandonado su propia tierra por razones de extrema pobreza, inseguridad, explotación, persecución o grave deterioro del medio ambiente, daña la dignidad de muchos hombres y mujeres, y de familias enteras, y los coloca en un estado de particular vulnerabilidad e indefensión”.
«Se trata de una declaración excepcionalmente política, que adopta una postura excepcionalmente ideológica, pero también excepcionalmente insensata y potencialmente excepcionalmente destructiva. La postura del Papa es una “receta para el suicidio eclesiástico”, es decir, obliga a los estadounidenses a elegir entre amar a su país y hacer lo que el Papa insiste que es lo único verdaderamente aceptable en esta situación. El resultado final de esto sólo puede ser que algunas personas –muchas personas, la mayoría de las personas– opten por ignorar lo que el Papa y sus obispos insisten que es una necesidad moral. Ese es un resultado desastroso y sienta un precedente desastroso».
«Una segunda consecuencia de la intervención de la Iglesia en la política es que la distrae de su verdadera misión. Si la Iglesia y sus dirigentes se preocupan por cuestiones terrenales, es muy probable que se desvíen de su atención hacia las cuestiones espirituales, las cuestiones de fe y moral que determinan la salvación. El Papa Francisco denosta las políticas de inmigración de Donald Trump y es evidente que se siente frustrado y molesto con el vicepresidente Vance por no expresar la teología católica exactamente en los mismos términos en que lo haría él. Al atacar a Trump y a Vance en cuestiones políticas, está alentando de hecho a los católicos estadounidenses a abrazar la alternativa: el partido que apoya agresivamente el aborto y la sexualización de los niños, financia el ateísmo y la ideología transgénero en países extranjeros y no tiene una respuesta seria al problema de la inmigración, solo lugares comunes y falsedades».
«El Papa tiene toda la libertad para discrepar de las políticas de inmigración de Donald Trump (o de cualquiera de sus políticas, en realidad). Pero cuando convierte en posición oficial de la Iglesia, en un asunto de conciencia indiscutible, está sobrepasando su autoridad y disminuyendo su autoridad genuina. Eso no es sólo un error; también es una vergüenza que sólo hará que su verdadera misión sea mucho más difícil».
AcaPrensa / SPECOLA extracto