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CUATRO CONSIDERACIONES SOBRE EL CASO DE MONSEÑOR CARLO MARIA VIGANÒ

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el maestro Aurelio Porfiri, en su canal Traditio, que los invitamos a seguir, ofrece algunas reflexiones sobre el caso de Mons. Viganó. Feliz lectura y compartir.

Cuatro consideraciones sobre el caso de Mons. Carlo María Viganò

Muchos de nosotros estamos siguiendo la situación que involucra a Mons. Carlo Maria Viganò, arzobispo italiano, juzgado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe por grave acusación de cisma.

Debo empezar diciendo que en el pasado tuve una relación muy cordial con Mons. Viganò, cuyas publicaciones también apoyé. Lamentablemente, no por mi elección, la relación terminó, pero naturalmente quiero conservar ese buen recuerdo resultante de nuestros intercambios de correo electrónico hace unos años.

Por eso mis consideraciones pretenden ser una mirada imparcial a la situación que se ha presentado.

No creo que la atención del Vaticano sea una gran sorpresa para Mons. Viganó. Además, sus posiciones, demostradas también por la respuesta que dio, atestiguan un radicalismo en sus posiciones que difícilmente podría favorecer una reconciliación con la Santa Sede, una reconciliación que actualmente no parece estar particularmente buscando.

En su reciente Declaración se hace referencia a Mons. Marcel Lefebvre. Es una referencia interesante. Dice Mons. Viganò: “Hace cincuenta años, en ese mismo Palacio del Santo Oficio, el arzobispo Marcel Lefebvre fue citado y acusado de cisma por haber rechazado el Vaticano II. Su defensa es mía, sus palabras son mías, sus argumentos son míos ante los cuales las autoridades romanas no pudieron condenarlo por herejía, debiendo esperar a que consagrara algunos obispos para tener el pretexto de declararlo cismático y revocar su excomunión ahora cuando estaba muerto.

El patrón se repite incluso después de seis décadas que han demostrado la elección profética de Monseñor Lefebvre». Entiendo cómo Mons. Viganò puede sentir cerca de él el ejemplo de Mons. Lefebvre, aunque, evidentemente, la postura ante el Papa no es la misma. Monseñor Lefebvre intentó no cuestionar la legitimidad de los Papas contemporáneos a él, mientras que a mí me parece que Monseñor Viganò tiene una posición mucho más radical a este respecto: «La renuncia de Benedicto XVI y el nombramiento por parte de la mafia de San Galo de un sucesor en línea con los dictados de la Agenda 2030 deberían haber permitido – y de hecho permitieron – gestionar un golpe global con la complicidad y autoridad de la Iglesia de Roma. Bergoglio es para la Iglesia lo que otros líderes mundiales son para sus naciones: traidores, subversivos, liquidadores finales de la sociedad tradicional y seguros de la impunidad.

El vicio del consentimiento (vitium consenso) por parte de Bergoglio al aceptar la elección se basa precisamente en la evidente lejanía de su gobierno y acción docente respecto de lo que cualquier católico de cualquier época espera del Vicario de Cristo y del Sucesor del Príncipe del Apóstoles.

Todo lo que hace Bergoglio constituye una ofensa y una provocación a toda la Iglesia católica, a sus santos de todos los tiempos, a los mártires asesinados en odium Fidei, a los Papas de todos los tiempos hasta el Concilio Vaticano II».

Dicho esto, hay que decir también que las tentaciones sedevacantistas y sede materialistas surgen precisamente dentro de la Fraternidad (aunque el padre Guérard de Lauriers, partidario de la tesis de Cassiciaco, fue apartado de la enseñanza en la Fraternidad). Las tentaciones de tesis alternativas a las de la legitimidad del Pontífice rondan como un espectro la vida de la Iglesia y no desde hoy.

Creo que la figura de Mons. Viganò también es interesante por otro dato. Su intento de conectar la aterradora crisis de fe con el declive moral, civil y político que vive el mundo. Esto, paradójicamente, casi conecta precisamente con esa lectura de los signos de los tiempos deseada por el Concilio Vaticano II a la que ahora tanto se opone.

El punto 3 me hace plantear otras preguntas: ¿cuántos “Mons. Viganò” existen en el clero y en la jerarquía, prelados que básicamente comparten esos juicios pero que guardan silencio por miedo a perder el cargo y el desayuno?

AcaPrensa / Marco Tosatti / Stilum Curiae / Aurelio Porfiri

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