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BADILLA: «LA IGLESIA DEBE PREPARARSE PARA LA SEDE VACANTE»

AcaPrensa / Luis Badilla / Stefano Chiappalone / Venerdì della Bussola

Ante las graves condiciones de salud del Papa Francisco, “la Iglesia debe prepararse para seguir adelante con una Sede vacante por renuncia o con una Sede vacante por fallecimiento”, afirma Luis Badilla, médico y vaticanista, entrevistado por Stefano Chiappalone para el Venerdì della Bussola. Cristianos ante el misterio de la muerte. El poder de la oración y las hipocresías de los medios de comunicación.

¿Cómo se vive la enfermedad del Papa Francisco dentro y fuera del mundo católico? ¿Y qué decir del misterio de la muerte: en la perspectiva de la vida eterna o sólo de la vida terrena? ¿Cuáles son las diferencias en la comunicación del Vaticano respecto, por ejemplo, a la enfermedad de San Juan Pablo II? Estos y muchos otros temas fueron el tema de la transmisión en vivo de ayer (14.00 horas) del Venerdì della Bussola, titulada El Papa, la enfermedad, la muerte, que tuvo lugar dos semanas después del inicio de la última hospitalización de Francisco, después de ser tratado desde el 14 de febrero en el Policlínico Gemelli a raíz de una grave crisis respiratoria, que se repitió – después de algunas mejoras – ayer, como se informó en el boletín vaticano difundido por la tarde.

La transmisión en directo fue conducida por Stefano Chiappalone, que tuvo como invitado a Luis Badilla, exiliado chileno tras el golpe de Pinochet, médico y luego periodista, ciertamente no catalogado como «conservador», con cuarenta años de servicio en la comunicación vaticana a sus espaldas y, además, fundador de un sitio web, Il Sismografo (hoy cerrado), que durante 17 años fue un punto de referencia para los expertos vaticanos.

Esta es la cuarta hospitalización de Jorge Mario Bergoglio desde que es Papa, una hospitalización que hasta ahora ha generado más preocupación que las anteriores. Badilla recordó que Francisco, incluso si pudiera regresar a Santa Marta, tiene su carga de enfermedades crónicas y degenerativas, como explicó la semana pasada el médico del Gemelli que dirige el equipo que atiende al Papa. «El Santo Padre es un enfermo terminal, por su edad, por sus enfermedades y por las características de las enfermedades», dijo Badilla, porque la situación clínica hace prever que sus crisis se irán «estrechando poco a poco».

El médico y vaticanista considera que «los sucesivos grados de invalidez que ha tenido el Papa, empezando por la rodilla, le llevarán un día –que espero que sea lo más lejano posible, por supuesto– a una incapacidad total». Y habrá que pensar en la dimisión, él mismo lo ha dicho: ya ha firmado la dimisión, la ha entregado en marzo de 2013 al entonces Secretario de Estado, el cardenal Bertone, de modo que, si mañana toda la Iglesia se encuentra ante la dificultad de un pontífice incapaz, sea por motivos cognitivos sea por motivos físicos, de presidir su misión, su magisterio, la Sede será declarada vacante y será elegido otro».

Una renuncia, en cualquier caso, que el Papa Francisco parece excluir por el momento. Varios comunicados de prensa del Vaticano en los últimos días han subrayado que sigue trabajando y gobernando. Aunque claramente hay nombramientos y documentos recién publicados –como el quirógrafo sobre la Comisión de Donaciones– que datan de antes de la hospitalización. Si bien por una parte es cierto que «mientras esté vivo y no exprese un deseo contrario, gobierna la Iglesia», por otra parte en torno a la figura del Papa en general, por tanto no sólo de Francisco, hay siempre «un ritual mediático» que – observa Badilla – «sigue leyes diferentes a las de la Iglesia, sigue las leyes de los mecanismos de la información, donde todo emerge, todo se puede vender y se presenta para que se pueda comprar». Un poco como la distinción entre el Concilio real y el mediático de la que ya hablaba Joseph Ratzinger a propósito del Vaticano II.

Preguntado por Chiappalone sobre las diferencias respecto a las hospitalizaciones del Papa Wojtyla y en particular la última, en 2005, Badilla hizo un interesante recorrido histórico, desde los tiempos de Juan XXIII y Pablo VI. Y luego dijo que «el período de la enfermedad, agonía y muerte de Juan Pablo II es único en la historia de la Iglesia, es muy difícil poder ponerlo en paralelo con otro».

Diferentes personalidades, diferentes formas de comunicarse respecto a hace veinte años. «Basta decir, por ejemplo, que, en el caso de Bergoglio, los comunicados de prensa que salen del hospital, en este caso del Policlínico Gemelli, son comunicados de prensa de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, no son comunicados de prensa de los médicos. Con Juan Pablo II ocurrió lo contrario: las comunicaciones médicas eran firmadas por los médicos con sus nombres y apellidos”.

También son algo diferentes las “delegaciones” que tenía Joaquín Navarro Valls, que también era médico, respecto a las del actual director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. Y la estrategia comunicativa dependió mucho de la voluntad del propio Francisco, quien antes de pedir la hospitalización había «subestimado la gravedad de su situación clínica personal».

En caso de regresar a Santa Marta, Badilla cree que Francisco «tendrá que reducir radicalmente sus compromisos pastorales y vivir en un aislamiento social considerable porque, al ser una persona con un sistema inmunológico prácticamente inexistente, ya con graves enfermedades degenerativas y crónicas, su situación de riesgo es permanente».

Lo que es cierto es que no debemos mirar la muerte como un tabú, porque es natural que antes o después – para el Papa como para cada uno de nosotros – llegue. Por eso, lo importante es prepararnos y vivir en gracia, porque «nosotros cristianos creemos en esa otra vida, la verdadera, la definitiva», cuando «podremos presentarnos ante Dios y ver su rostro».

Así pues, a diferencia de ciertas hipocresías que surgen en los medios de comunicación, no hay escándalo en pensar cuál será el futuro de la Iglesia –institución divina para la salvación de los hombres– después de Francisco. En este sentido, razona Badilla, “la Iglesia debe prepararse para salir adelante con una Sede vacante por renuncia o con una Sede vacante por muerte”, para tener un sucesor de Pedro que sepa guiar a la Esposa de Cristo ante la tempestad que actualmente afecta al mundo entero.

Unida a la realidad de la vida eterna, está la de la oración , que hoy –en lo que respecta a la salud del Papa pero no sólo– a menudo queda relegada a una esfera puramente horizontal. “La pérdida de confianza en la oración”, dice Badilla, es una de las “manifestaciones más graves y preocupantes” de la crisis eclesial actual. La oración nos ayuda a sintonizarnos con la voluntad de Dios, ya sea la curación o una muerte santa: por cierto, el corresponsal del Vaticano recuerda que en el último tramo de la vida de Wojtyla «yo y otros pasamos días enteros en la Plaza de San Pedro rezando para que su agonía fuera serena».

En respuesta a una pregunta de Chiappalone, que preguntaba si la dimensión horizontal mencionada no había sido de algún modo favorecida por una predicación excesiva sobre «cosas mundanas», Badilla afirmó que «el pontificado de Francisco – junto con tantas cosas que nunca olvidaremos porque son eficaces, bellas y actuales – tiene muchos momentos aburridos». Entre estos, «el hecho de haber subrayado en detrimento de la dimensión sagrada y religiosa, incluso de la persona misma de Cristo, un número infinito de cosas justas –como las de carácter sociológico o social, la justicia, el drama de la inmigración, la pobreza, etc.– de modo que en un determinado momento fue muy fácil para la prensa explotar el magisterio del Papa», ignorando su «reflexión religiosa, espiritual y moral». Otro problema, señalado luego por Badilla, son «las demasiadas decisiones arbitrarias» tomadas en este pontificado, lo que exige «restablecer el respeto de la ley en la Iglesia», recordando que el legislador supremo es Cristo mismo.

Respecto a aquellos medios de comunicación que atacan a ciertos cardenales que rezan por el Papa tildándolos de “enemigos”, el experto vaticanista afirma que “hay un tipo de periodismo, un tipo de nomenclatura católica” que utiliza cualquier cosa en un “juego de polarización”. Tales juicios de intenciones, así como otras noticias instrumentales y falsas que dañan a la Iglesia, deben ser refutados. “Por definición, un católico siempre debería poder refutar cosas que no son ciertas”, recuerda Badilla.

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