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«WOMEN’S HEALTH» ADMITE EL SÍNDROME: «SE SIENTEN SOLAS, INÚTILES Y COBARDES»

Un estudio publicado el 11 de mayo en la revista médica Cureus sostiene que solo un 33% de las madres que abortan lo consideran algo «deseado».

Un breve vistazo a las grandes multinacionales del aborto como Planned Parenthood bastan para corroborar los mitos que divulgan en torno al aborto o el postaborto. Según esta organización, uno de los líderes mundiales como proveedor de abortos, “existen muchísimos mitos sobre los supuestos efectos secundarios negativos de un aborto. Sin embargo, estos son exactamente eso, mitos. Los riesgos asociados son muy bajos. El aborto no causa depresión”.

Una afirmación que no confirma la realidad o los testimonios de un amplio porcentaje de mujeres que abortan, sino una patronal abortista.

Es el caso de Women’s Health Tasmania (Australia), que acaba de lanzar un servicio de apoyo para mujeres que han abortado, favoreciendo que estas puedan procesar sus sentimientos y sanar el dolor emocional tras sus abortos, lo que comúnmente se denomina Síndrome postaborto.

Las sesiones del programa son telefónicas u online y confidenciales, más allá de quienes desean hacerlo públicamente como hizo Abi. ABC se hizo eco de como esta mujer pasó su aborto “en secreto y sola, y cuando surgieron cosas difíciles, no tenía a nadie con quien hablar”.

Otro de los mitos es el de que muchas mujeres no abortan por un supuesto “estigma social” en torno al aborto. Algo que para la organización Life Action no es solo una contradicción, sino que es fácilmente refutable: “No siempre es el estigma que rodea al aborto lo que impide a las mujeres acceder a recursos curativos; a veces es el estigma que rodea a la idea misma de que la curación de un aborto podría ser necesaria”.

Planned Parenthood y el mito de que el aborto no tiene riesgos.

Pese a los datos, estadísticas y la realidad de miles de mujeres, Planned Parenthood asegura que «el aborto no causa depresión».

Después del aborto: «Sola, inútil y cobarde»

La misma Jo Flanagan, directora ejecutiva de Women’s Health Tasmania, reconoce el dolor de las mujeres antes de comenzar procesos de sanación psicológica.

“Le pedimos a las mujeres que usaran palabras para describir cómo se sentían antes de hablar con la trabajadora social y cómo se sentían después. Las palabras que usaron antes son ‘sola’, ‘inútil’, ‘cobarde’. Y las palabras que usan después son ‘valiosa’, ‘valiente’ y ‘digna’”, detalla la directiva abortista. Un resultado que, si bien demuestra que el proceso de sanación puede ser adoctrinador y llevar a las mujeres a sentirse “valientes” por abortar, su estado antes de sanar no da lugar a dudas.

El Síndrome postaborto, corroborado por las estadísticas

Un estudio publicado el 11 de mayo en la revista médica Cureus sostiene que solo un 33% de las madres que abortan lo consideran algo «deseado», por un 67% que lo asumen como algo «incoherente con sus valores y preferencias» (43%) o directamente se entienden víctimas de una coacción (24%).

Como ya explicamos, solo ese primer tercio expresa «satisfacción» con el hecho de haber abortado, mientras que el resto (dos tercios) experimentaron consecuencias emocionales negativas con eventuales problemas de salud mental. De hecho, el 60% de las mujeres que abortaron manifestaron que «habrían preferido dar a luz si hubiesen recibido mayor apoyo de los demás o una mayor seguridad económica».

Resultados más precisos

Este estudio de David C. Rardon (del Instituto Elliot de St Peters, Missouri), Katherine A. Rafferty (de la Universidad de Iowa en Aimes) y Tessa Longbons (del Instituto Charlotte Lozier de Arlington, Virginia), expertos en salud pública y psicología del embarazo y de su pérdida, tiene un precedente en el de dos de ellos, Rardon y Longbons, que, sobre la misma cohorte, había identificado en enero, en la misma publicación, los patrones de conducta consecuencia de esos abortos no deseados.

A saber: «Más emociones negativas; más alteraciones en la vida diaria, en el trabajo o en las relaciones; más pensamientos, sueños o evocaciones del aborto; sentimientos más frecuentes de pérdida, dolor o tristeza por el aborto; mayor conflicto moral y maternal sobre la decisión de abortar; un deterioro generalizado de la salud mental que ellas atribuían al aborto; un mayor deseo o necesidad de ayuda para soportar los sentimientos negativos sobre el aborto».

Estos estudios afirman contrarrestar el denominado Estudio Turnaway de 2018, que habría demostrado un índice de satisfacción del 99% entre las madres que habían abortado. Un resultado cuestionado por la baja participación en la encuesta (31%) y la poca matización en la expresión de la satisfacción por la decisión tomada. De ahí que ambos estudios, realizados sobre 1000 mujeres entre 41 y 45 años, de las cuales aproximadamente una cuarta parte tenían historial de aborto provocado (una proporción similar a la media nacional), introdujesen once escalas para determinar con precisión la presión sufrida para abortar y sus consecuencias. Obtuvieron un 91% de participación, tres veces superior a la del Estudio Turnaway.

AcaPrensa / José María Carrera Hurtado / Religión en Libertad

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