AcaPrensa / José María Carrera / Religión en Libertad
«Este libro busca fomentar una comunidad católica en la que el sufrimiento sea compartido y no temamos caminar junto a nuestros hermanos», asegura Tommy Tighe.
Desde hace años, los trastornos de salud mental se ceban en Occidente como una de las principales afecciones. En España, el 34% de la población sufre de algún problema de salud mental -más del 40% en mayores de 50 años- siendo los más prevalentes los trastornos del sueño, depresivos y de ansiedad. Estos últimos afectan al 10% de la población, según datos del último Informe del Sistema Nacional de Salud (2023), que también resalta las 8,8 muertes por suicidio por cada 100.000 habitantes, muy superior a las 3,5 registradas en accidentes de tráfico.
Conforme el problema se acelera y las cifras crecen, muchos se plantean la utilidad de medidas que complementen a las clínicas, como puede ser el caso del apoyo comunitario o la religión y la espiritualidad. Sobre esta última, parece claramente probado que conforme aumenta su práctica, disminuyen enormemente los síntomas o afecciones de trastornos como la depresión o el duelo, según mostró, entre otros, el estudio “Religion and Depression in Adolescence” publicado en el Journal of Political Economy.
Rezar con frecuencia, ir a la iglesia, considerar la fe importante… esas cosas parecen proteger a muchos adolescentes de la depresión.
Profundizar en esta relación es el objetivo que ha llevado al terapeuta familiar Tommy Tighe a publicar Los santos también lloran. Guía católica para el bienestar mental y emocional (Palabra). Un libro que pretende ayudar al lector a descubrir en qué aspecto de la vida quiere Dios aplicar su paz salvadora y a hallar la esperanza -y no siempre la solución- a los problemas. La fe cristiana, dice, “nunca ha afirmado que no vayamos a experimentar el padecimiento que acompaña al dolor. Lo que sí dice es que Cristo llora y sufre con nosotros, y eso nos consuela”.
Por ello, remarca que Los santos también lloran “no es un libro de autoayuda” y, aunque describe multitud de habilidades para enfrentarse a las diversas dolencias mentales, “no trata de resolver todos los problemas, sino recordarnos que no estamos solos. Este libro busca fomentar una comunidad católica en la que el sufrimiento sea compartido, en la que no temamos caminar junto a nuestros hermanos y hermanas por su valle de lágrimas”.
Madre Teresa y los salmos frente a la anhedonia y depresión
Uno de los primeros síntomas y afecciones que aborda Tighe es el de la anhedonia, por el que se sufre una falta de interés o ausencia de gozo o disfrute ante cualquier actividad, la incapacidad para sentirlo o siquiera de interesarse por él.
En cada capítulo, el autor aborda sistemáticamente múltiples focos de ayuda para enfrentar la dolencia, como el comunitario, el físico o biológico o el clínico. Al hablar de la oración, la considera “una estrategia fiable para el síntoma”, aunque la depresión inhiba la capacidad de sentirnos motivados para rezar.
“Como atestiguan innumerables titanes de la fe, rezar cuando no nos sentimos inclinados a hacerlo puede producir unos efectos espirituales increíbles, ya que nos ayuda a conectar con Dios, a ponerle palabras a nuestra experiencia y, a veces, a centrarnos en los demás y no en nuestra depresión. El hábito de rezar cuando te encuentres bien a una hora determinada hará que la estabilidad y la tranquilidad aparezcan también cuando no te apetece hacerlo”, remarca.
Pero, ¿qué dice la Biblia? El terapeuta considera los salmos como unos “magníficos compañeros” cuando se trata de la depresión y la anhedonia, deteniéndose en el salmo 143 –Persigue mi alma el enemigo…–. Para él, los salmos son un “antídoto contra la idea de ocultar a Dios nuestros pensamientos” y demuestran que “gritar el sufrimiento a Dios, directamente y sin guardarnos nada, es justo lo que Él quiere”, como también refleja el salmo 88 –Yo te llamo, Yahvé, todo el día tiendo mis manos hacia ti–.
Los santos también han hablado al respecto, e incluso sufrido la afección. Menciona a la Madre Teresa de Calcuta, que en 1957 escribió a su director espiritual: “Cuando trato de elevar mi pensamiento al cielo, el vacío es tan rotundo que esos pensamientos vuelven a mí como cuchillos. El amor, esa palabra, no evoca nada. Oigo que Dios vive en mí, mientras la realidad de las tinieblas y del vacío son tan grandes que nada toca mi alma”.
Sin embargo, dice Tighe, la Madre Teresa perseveró y “siguió viviendo una vida inspiradora mientras sufría la misma anhedonia espiritual que hemos experimentado. Hay esperanza, curación y una comunidad ahí fuera, dispuesta y deseosa de acompañarte en esta noche oscura. También santa Teresa de Calcuta está aquí para ayudarte”.
Para la ansiedad, Mateo y el Padre Pío
Otro de los trastornos en que más incide Los santos también lloran es el de la ansiedad, que en España es considerado “el problema mental por antonomasia”, siendo diagnosticada en 2012 a 127 personas por cada 1000 habitantes: en España la padecen un 17% de las mujeres y un 9% de los hombres, lo que lleva a que España sea el país con mayor consumo de benzodiacepinas del mundo.
Como en cada capítulo, Tighe comienza resaltando los principales recursos para enfrentar la dolencia en sus puntos álgidos. Así, frente a la ansiedad recomienda en primer lugar el control de la respiración como el recurso más reconocido para los inicios de la crisis. Al no ser siempre posible, también menciona que una vez se esté en pleno “ataque de pánico” sirve mucho abandonar los pensamientos y centrarse en el presente y lo inmediato, como la identificación de los colores o de los cinco sentidos, mientras que la terapia, que permite diseñar un plan de bienestar cuando los pacientes viven sin crisis.
También aborda este problema desde la Biblia. En este caso, introduce las reflexiones con Mateo 6, 25-27 -No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis…-, como reflejo de que desde los primeros cristianos la Iglesia ya reconocía “lo arduo que es el combate contra la ansiedad”. Incluso es fácil observar “la insistencia de Cristo en abordar la ansiedad, lo que refleja “las complejidades de la salud mental y cuanto deseaba darnos su paz en medio de las luchas”.
También los santos abordaron la ansiedad. Y en este caso, destaca al Padre Pío de Pietrelcina, hoy patrón de quienes sufren este trastorno al sufrir si no los mismos síntomas, muy similares. “La vida del capuchino no fue fácil. Su hoy famoso mantra de `reza, confía y no te preocupes´, lejos de constituir una solución simplista al combate contra la ansiedad, fue la frase que debía repetirse una y otra vez para centrarse en la providencia de Dios como único remedio contra la angustia que, sin duda, lo atenazaba”, detalla el terapeuta.
Kateri Tekakwitha y San Pablo para sanar la soledad
Por curioso que resulte, de los traumas abordados en Los santos también lloran, la soledad es el que tiene más prevalencia, afectando a un 20% de los españoles por delante del estrés postraumático, la disociación o la autolesión.
A lo largo del libro, el autor va detallando cada momento de su vida en que sufrió en primera persona los problemas que aborda, una “autobiografía” de la salud mental que, en el caso del aislamiento, se desencadenó tras perder a su hijo en 2016.
Tanto aquella experiencia traumática como su propia formación y profesión le permitieron acotar bien los términos de un trastorno que dista mucho de reducirse a “no tener ganas de salir”. “Se trata de un deseo intenso de dejar atrás nuestra vida, responsabilidades, amigos y familiares, y desemboca en uno de los fenómenos más preocupantes de la cultura actual: la soledad”.
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Entre las propuestas de rigor basadas en la terapia, los estudios y la experiencia, Tighe recomienda “atajar lo que nos inclina a estar solos, relacionarnos con familiares y amigos aunque sea lo último que nos apetezca -según sus datos, dedicar tiempo a hablar con la familia mejora el ánimo y tiene efectos positivos- y conectar con grupos que compartan aficiones. Entre los posibles remedios, el terapeuta propone ejercitar la costumbre de aceptar las invitaciones a reuniones y salidas, establecer por escrito metas y objetivos realistas y comprobables y celebrar el éxito de cada meta cumplida.
También la Biblia abordó hace ya miles de años la cuestión del aislamiento, “reforzando la afirmación de que nos necesitamos los unos a los otros cuando dice que los miembros del Cuerpo de Cristo deben sostenerse mutuamente sin dejar a nadie atrás”, como también recogen San Pablo a los gálatas (6,2), a los tesalonicenses (5, 14) o a los romanos (12, 4-5). Entre los mensajes bíblicos sobre la soledad, Tighe destaca que “el antídoto contra el aislamiento no pasa siempre por mostrarse vulnerable y abierto a todos, sino por encontrar dentro del Cuerpo de Cristo el lugar en que nos sentimos respaldados y dejarnos acompañar”.
La santa escogida por Tighe para esta dolencia es Kateri Tekakwitha, sometida en numerosas ocasiones de su vida a la soledad, el aislamiento social y personal o la exclusión. “Su perseverancia, su confianza interminable en el Señor y su tesón para continuar rezando y acercándose a Dios en medio de la soledad constituyen un ejemplo admirable para quienes padecemos como ella”, resalta el terapeuta.