IRENE GONZÁLEZ ACABA DE PUBLICAR SU PROVOCADOR ENSAYO SALVAR EUROPA

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«El mensaje cristiano nunca fue ‘meteos en una cueva y haced dinero para que os acepte la sociedad’» Radiografía fiel de una dramática guerra espiritual: “Cuando la Iglesia se vuelve más cristiana aumentan las vocaciones y la asistencia a misa”, dice Irene.

 

“Europa se enfrenta a un momento crucial para su supervivencia como civilización al haber sido despojada de su identidad espiritual y libertad política”, se puede leer en la contraportada de Salvar Europa (Ciudadela), el ensayo recién publicado por Irene González Fernández que tanto está dando de qué hablar.

 

La escritora, articulista y licenciada en Derecho expone, en un análisis bastante provocador, un enfoque certero de las nuevas formas de poder, de su evolución hacia un sistema tecnocrático y de la dramática guerra espiritual que libra Europa, y el resto de Occidente, en estos momentos.

 

Un libro, sin embargo, esperanzador que invita a recuperar la verdad de las raíces cristianas de Europa para frenar su disolución y preservar así su identidad. REL acaba de charlar con Irene González sobre esta imperdible radiografía de 288 páginas que disecciona, como si de un bisturí se tratara, el combate existencial por el que atraviesa el viejo continente.

 

¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

 

Porque la verdad está ahí, sin contar. La idea del libro ha tenido un proceso largo, pero, cuando me ofrecieron escribirlo, tenía claro que quería hacer una defensa de Europa y denunciar todo lo que está llevando al derribo de nuestra civilización. La idea surge de la necesidad de contar la verdad.

 

Aseguras en tu libro que nuestras democracias son una gran mentira… Agustín de Foxá decía que ‘morir por la democracia es como morir por el sistema métrico decimal’… Una vez arrebatadas las grandes causas por las que antaño se moría: Dios, la familia, la patria… ¿acabaremos muriendo por la democracia liberal?

 

Los que están ahora en el poder quieren que sean otros los que mueran por un sistema del que se benefician y del que siguen viviendo. Ellos no están dispuestos a morir por la democracia, por el sistema que les da de comer. Ellos pretenden que muramos los demás. Pero… lo que está ahora en peligro no es precisamente la democracia, que no existe en tantos países que se autodefinen como tal pues los mismos que nos dirigen carecen de un comportamiento democrático.

 

Por cierto, siguiendo con este tema… ¿crees que una democracia real puede quedar despojada de una base moral?

 

Una democracia sin unas virtudes fuertes y verdaderas, como pueden ser las del cristianismo, sería justo eso, un sistema métrico decimal, un sistema que no sirve para mucho.

 

No se puede establecer la verdad por una mayoría, no puede establecer ni siquiera el bien común desde una fórmula numérica. La democracia tiene que ser un medio, pero no un fin en sí mismo. En una sociedad que no tiene esas virtudes fuertes la democracia dura lo que ha durado en Europa desde que ésta se ha vuelto radicalmente laicista. Estamos ante un ocaso siniestro y tenebroso.

 

Pero… ha ganado Trump… el wokismo ya es historia… ¿no?

 

Lo woke ha hecho ya su trabajo, que ha sido destrozar las almas y los cerebros de, al menos, unas dos generaciones. Ha conseguido dar un paso de gigante en una agenda transhumanista, a través de la ideología de género, de la climática… Pero… aunque lo woke vaya a estar durante unos pocos años dado de lado, hay muchísima gente que ya está totalmente irrecuperable.

 

Porque, para poder revertir lo woke totalmente, requeriríamos décadas de políticas a nivel global en un sentido opuesto. No es suficiente con que haya muerto en Estados Unidos, porque, además, no ha muerto en todo Estados Unidos, y menos en Europa. Aunque no volviese en un futuro próximo… ya ha hecho el trabajo de derribo suficiente, y, personalmente, creo que volverá en unos años en una segunda fase, y se llamará igual o de otra forma.

 

En tu libro hablas mucho del transhumanismo… ayer justo salía un vídeo de China en el que la gente paseaba con sus mascotas y “amigos” que, en realidad, eran robots… ¿hacia dónde crees que vamos?

 

Es un mundo siniestro y profundamente antihumano. Todos los proyectos que hay detrás del globalismo llevan aparejada una agenda antinatalista. Lo que pretenden es que, igual que, en un principio, separaron al hombre de Dios, luego, al hombre de su patria y, luego, al hombre de la mujer, ahora, solamente, les queda que el hombre se separe de sí mismo, que pierda conciencia sobre su realidad material, biológica y de unos vínculos verdaderos. Que todo esté supeditado a una tecnología, que, por supuesto, van a controlar otros.

 

Es un mundo deshumanizado, utilitarista… en el que tu cuerpo se utilizará si les conviene, y en el que no habrá esa conciencia de dignidad del hombre, de ser amado con nuestras imperfecciones. El mundo transhumanista viene a imponer unas reglas en las que solo impere la eficiencia, que, por cierto, nos venderán con la excusa de la eliminación del sufrimiento. Todo será moderno, fácil, cómodo, seguro… el sufrimiento es algo que ellos no soportan.

 

¿Es la tecnocracia el peor de los sistemas posibles?

 

Fukuyama lo conoce bien porque es un pensador en nómina de lo que son las élites globalistas, y lo que dice se está cumpliendo. La evolución natural de la democracia liberal es una tiranía tecnocrática. Lo estamos viendo ahora, el cómo, a través de la tecnología, esas instituciones, llamadas democráticas, dicen que van a tomar decisiones, ya no por la voluntad del pueblo, que eso sí que daría sentido a la palabra democracia, sino decisiones que tomen los técnicos, la ciencia, la IA… porque, debemos tener en cuenta, que ellos saben más que nosotros.

 

Es un desprecio absoluto a lo que es una voluntad popular que no se rige por los algoritmos que ellos mismos controlan. Además, estamos viendo cómo esta tecnocracia se reviste de virtudes, de comodidad, de seguridad… en la que el hombre va a tener un poder absoluto como jamás se ha conocido en la historia.

 

Hoy en día, gracias a la tecnología pueden controlar todos los aspectos de tu vida. Ellos creen que pueden tomar decisiones mejor que tú, eso sí, orientadas a sus intereses, que no son los nuestros. La tiranía democrática es el sistema que pretenden imponer, como el “euro digital”, un control absoluto de la sociedad. Todo va hacia una redirección del consumo, lo que les dará a todas esas instituciones un poder absoluto sobre el hombre.

 

¿Y la ciencia? ¿qué papel ocupa? ¿sería el nuevo dios rector de toda esta “tiranía tecnocrática”?

 

Para los antihumanistas desde luego que sí, hasta el punto de que, en el deshumanismo, que es la fase posterior al transhumanismo, entienden que, gracias a la inteligencia artificial, se irá creando una conciencia que todo lo sabe. Se volcarán en ella todos los datos que se han ido recopilando, y, cuando esa inteligencia todo lo sepa, se podrá inyectar mediante un chip en las personas. Esto no es una invención mía, es de lo que se habla desde empresas como Neuralink, y en foros dedicados a este tipo de tecnología.

 

Cuando te dicen que van a crear una conciencia perfecta, que todo lo sabe, suena a que están fabricando un nuevo Dios. Como Dios es una necesidad existencial del hombre, y ellos no creen en Dios, necesitan crear uno… pero son ellos los que se creen dioses. El problema es que ellos ven en su cuerpo, en la materia, un impedimento, puesto que envejecemos, y de ahí la necesidad que tienen de querer desvincularse del cuerpo y de crear una nueva conciencia, un Dios artificial que todo lo sepa.

 

A tu juicio, ¿cómo puede la Iglesia combatir al mundo este que se nos viene?

 

Tiene que levantar la cruz y evangelizar, evangelizar y evangelizar. Los católicos no tenemos otra misión de Dios. Lo que nos ha sido encomendado es contarle al mundo el amor de Dios. Cuando la Iglesia se vuelve más cristiana vemos cómo aumentan las vocaciones y la asistencia a misa. Es ahí donde se percibe que hay una verdadera salvación espiritual, cuando la gente encuentra que hay una verdad, que hay unas virtudes que le trascienden y que le hacen mejor. Sin embargo, cuando la Iglesia no se dedica a esto… y se empeña en no existir, o en cuestiones no espirituales, pasa el efecto contrario.

 

¿Y los cristianos? ¿qué podemos hacer?

 

El cristiano tiene que estar siempre ligado a la Cruz, a lo humano, al bien común, a la verdad, a la justicia. A lo que ha estado ligado desde siempre. Lo que no entiendo muy bien es que, en las últimas décadas, se intenta contar un relato sobre ‘el buen cristiano’, que consiste, básicamente, en un ser absurdo, que no opina de nada, que calla, obedece y es sometido al mal.

 

¿Cuándo ha sido eso ser ‘un buen cristiano’? ¿Cuándo hemos visto esa actitud en los santos o en los apóstoles? En absoluto, todos fueron revolucionarios, y lucharon por lo que amaban de verdad hasta dar su vida. No se metieron en cuevas. El mensaje cristiano jamás ha sido ‘meteos en cuevas y haced dinero para que os acepte la sociedad’. Ha sido todo lo contrario, ‘salid y contad al mundo lo que habéis visto’.

 

¿Un cristiano tiene que ser obediente a las leyes del mal? Hablan de moderación, pero es un eufemismo de silencio y sumisión. Hay que recuperar el lenguaje de la verdad. Si alguien está mintiendo, está claro que por ahí no es. Si alguien quiere tu sumisión, en contra de tu propia dignidad, por ahí tampoco es. Si nos callamos ante el mal le hacemos un favor al mal y a la mentira.

 

Si los cristianos claudicaran en esto… ¿la eutanasia, entonces, sería el camino más “lógico” para una sociedad que vive sin ninguna esperanza ni sentido?

 

Hay que tener en cuenta que la religión del globalismo antihumanista es el laicismo. En Europa, desde la Revolución Francesa, hay dos religiones. Una es la cristiana, que tiene un Dios que se hizo hombre por amor al propio hombre, y, luego, hay otra donde unos hombres han rechazado a Dios porque quieren ocupar su lugar.

 

La religión laicista se crea en oposición al catolicismo, a esa dignidad del hombre, al que quieren destruir y convertirlo en una máquina, en seres manejables, sumisos, débiles, que no tengan identidad ninguna a la que aferrarse, de los que desconocen el amor verdadero. Un ser que solo va a producir y a consumir, y que cuando no sea eficiente se quitará de en medio.

 

La eutanasia es, por tanto, un final lógico para una sociedad antihumanista. ¿Qué es lo que tenemos que hacer, precisamente, los católicos? Evangelizar sobre la dignidad del hombre, decir que somos amados y que ese sufrimiento nos acerca a una verdad que te hace crecer. Hay que insistir y batallar para decirle a la gente que son más valiosos de lo que les están diciendo.

 

¿Has dicho que el laicismo es también una religión?

 

El ateísmo radical es profundamente anticristiano, y cuando te dice que hay que eliminar el cristianismo, la cruz, a Dios… eso ya es una postura. Lo que están haciendo es imponer un laicismo, imponer un ateísmo. No es algo neutral.

 

El ateísmo quiere sustituir todos los ritos, las liturgias, todas esas cosas que envidian –porque el mal es mentiroso, cobarde y envidioso–, y sustituirlo por su ideología. De ahí la necesidad de hacer funerales civiles, bautizos civiles… sustituir todos los sacramentos por actos civiles. Ellos han visto el poder cultural que tiene la liturgia católica.

 

Pero, esta religión no pretende moralizar, porque no hay virtudes verdaderas detrás de ellos que busquen tu bien. Ellos están buscando tu sumisión. Es la diferencia que hay con la moral cristiana. Ellos te dicen “libérate”, “quítate todo el peso”, “haz lo que quieras”… y lo que hacen es alejarte del amor.

 

Vivimos en una escalada del miedo… ¿crees que esto podría ser interesado?

 

El miedo es un instrumento, pero la guerra de fondo es nuestra sumisión. En un mundo en el que estás desvinculado de los demás, en el que no hay amor verdadero, en el que no conoces a los vecinos… ellos te van encerrando.

 

El mal no es tonto y viene con buenas palabras, incluso con determinado aspecto para engañarte. ‘Es por tu comodidad y por tu seguridad, sométete’. Nunca es por tu propia dignidad, eso no te lo dicen, o por luchar por la verdad o por el amor. Buscan que todo lo que eres se lo entregues a ellos.

 

Hay partidos que han surgido por toda Europa que se basan en la reacción a todo este mundo distópico… pero que luego… no sé si van a las raíces cristianas…

 

Hay que ir al origen, porque si tú lo único que haces es derribar y reaccionar, entonces, ¿qué estas construyendo? La idea es construir una civilización valiosa, basada en las verdades que crearon la civilización más gloriosa de la historia de la humanidad, que es la civilización cristiana occidental.

 

Pintas a los medios de comunicación en tu libro casi como colaboradores necesarios del sistema… ¿y aquellos medios católicos que quieren contar la verdad? ¿cómo podrían ser luz?

 

Recuperando la virtud del coraje a decir la verdad. Ratzinger es un ejemplo de ello, cuando lo lees… él era tan sabio y, en cambio, tenía una verdadera honestidad intelectual en entender todo y en decir siempre la verdad.

 

Para un medio que quiera formar parte de la construcción de una sociedad católica valiosa es importante ser el refugio de los católicos que buscan la verdad, en lugar de dar consuelo al poder, al Estado. Fomentar que los católicos han de regir su vida por unas virtudes cristianas, entre las que no se encuentra la cobardía y la acomodación en una sociedad que ha expulsado a Dios. Así serán almas más libres, menos manejables por el poder de los hombres que se creen dioses.

 

Hablas de la islamización de Europa como uno de los grandes problemas… ¿no existen, entonces, puentes posibles entre cristianismo e islam?

 

Hay un error en los conservadores que es ver puntos en común con el islam. Dentro del islam hay hombres buenos, y familias estupendas, obviamente. Pero, cuando vienen a Europa, el islam actúa como una herramienta política, porque el islam es político. El islam busca una sumisión y una uniformidad bajo sus propias normas, que no son compatibles con el cristianismo y no lo han sido nunca.

 

Europa se construye a través de monasterios cristianos. Cuando se siente la amenaza de la invasión islámica, por el este y por el sur, los distintos se unen en torno a la cruz. Ellos pueden ser muy conservadores, pero yo, por ejemplo, como mujer, creo que en la religión donde mejor hemos vivido es en la cristiana. En el imperio romano, muchas mujeres aristócratas se convertían al cristianismo porque veían la consideración que se tenía de la mujer. El laicismo y el islam son dos religiones profundamente anticatólicas.

 

¿Se puede salvar Europa? ¿tiene solución?

 

Sí, pero cuanto más tardemos, peor solución tendrá. Y la solución pasa por revertir el derribo que hemos sufrido. Reconstruir lo que han destruido y acabar con esas instituciones, por ejemplo, de la Unión Europea, que son antihumanistas y contrarias a nuestros intereses. Si no tuviera esperanzas no habría escrito este libro. El bien triunfa siempre, pero no es posible salvar nada con el silencio y la cobardía, ni encerrados, produciendo y consumiendo.

AcaPrensa / Juan Cadarso / Religión en Libertad

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