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PEDID Y OS QUEDARÉIS CORTOS

En los ambientes progresistas, pedir cosas a Dios tiene mala prensa. Varias veces hemos discutido en este blog a “teólogos” que afirmaban que no tiene sentido pedir cosas a Dios, porque, o bien ya sabe lo que queremos y no tiene sentido pedírselo o Dios no interviene en los asuntos humanos o incluso no es capaz de intervenir. Uno sospecha que el verdadero problema está en que para pedir algo a Dios se requiere tener fe y no andan muy sobrados de ella. En fin, está claro que, como decía Chesterton, hay algunas tonterías tan absurdas que, para decirlas, hace falta haber estudiado.

¡Lejos de nosotros esas sandeces! Pidamos cosas a Dios y pidámoselas a menudo y con sencillez, como hace un niño con su padre. Dios está deseando que le pidamos lo que necesitemos. Es más, nos ha mandado que lo hagamos, al enseñarnos el padrenuestro o al prometernos pedid y recibiréis. Nuestras oraciones de petición siempre son escuchadas y, cuando nos parece que no lo son, generalmente es porque Dios nos ha dado mucho más de lo que pedíamos o imaginábamos.

Estos días, en particular, pidamos el don de los dones, que es el Espíritu Santo, con el que se nos da todo lo demás. Él es nuestro abogado defensor y nuestro consuelo, el que nos explica lo que no entendemos, el que nos habla de Cristo y nos enseña a pedir como Él, el que cura nuestra mudez para que bendigamos a Dios, el que supera nuestra razón y nuestra imaginación, el que nos lleva a la Verdad plena, nos da la vida eterna y nos transforma a imagen del Hijo de Dios. Lo necesitamos desesperadamente. No perdamos esta oportunidad.

No nos olvidemos tampoco de pedir cosas al Espíritu Santo, como una de las tres Personas divinas de la santísima Trinidad. Él es el don que reparte todos los dones perfectos. Pidámosle sin miedo. Pidámosle que haga milagros en nuestra vida, como decíamos el año pasado en la Brevísima novena al Espíritu Santo. Pidamos cosas grandes, con santa magnanimidad, que lo que nos dé será mayor y mejor aún.

Por si quieren una idea, aquí tienen una pequeña oración en forma de décima que compuse el otro día para pedir algo verdaderamente milagroso al Espíritu Santo:

Oración al Espíritu Santo

Santo Espíritu divino,

perdona mi loca audacia

si oso pedirte la gracia

más perfecta que imagino.

Ya sé que es un desatino

y no soy merecedor,

pero, por tu inmenso amor

y tu infinita bondad,

dame la santa humildad

de Cristo nuestro Señor.

AcaPrensa / Bruno Moreno / Espada de doble filo

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