AcaPrensa / Francisco Capozza / Il Tempo.it
Desde que el Papa Francisco fue hospitalizado en el Policlínico Agostino Gemelli, muchos se plantean una pregunta sustancial: ¿quién manda estos días en el Vaticano? Los boletines diarios de la Oficina de Prensa –nos referimos a los ordinarios de cada la jornada, no a los de la salud del Santo Padre difundidos a última hora de la tarde– harían creer que el timón del gobierno de la Santa Sede sigue estando firmemente en manos del Papa postrado en cama, pero en realidad no es así del todo.
Empecemos, por ejemplo, por los distintos nombramientos episcopales hechos públicos en los últimos días. Muchos, evidentemente poco acostumbrados al protocolo vaticano y menos aún a la práctica de la Secretaría de Estado, destacan las noticias que se difunden diariamente, gozando incluso por el nombramiento de un obispo auxiliar como el de Tabora en Tanzania (ayer). Pues algunos piensan: «si el Papa firma los nombramientos significa que está bien».
Obviamente deseamos de todo corazón que el Papa mejore y retome su vida cotidiana lo antes posible, pero este énfasis en los nuevos obispos titulares de lugares como Tuxtla Gutiérrez (México), Armidale (Australia) o Jesús María (México), es francamente anómalo. Y no tanto por estos lugares que pueden presumir de tener nuevos pastores, sino porque quien conozca un poco cómo funciona el mecanismo de nombramiento de los obispos diocesanos no los destacaría con titulares de primera página como está sucediendo estos días.
Conviene aclarar, pues, que la publicación de los nombramientos de obispos (así como de los Nuncios Apostólicos) no se deciden de un día para otro, sino con mucha antelación.
Luego se publican en días establecidos de común acuerdo con los interesados, muchas veces con una triangulación que involucra también a los obispos salientes o renunciantes. Así pues, los nombramientos de ayer, como los de los días anteriores, se decidieron hace varias semanas –si no meses– y se hicieron públicos el día acordado. El Papa Francisco necesita descanso y estamos seguros de que está cumpliendo con esta recomendación médica, describirlo como alguien dispuesto a firmar decretos de nombramiento desde su cama de hospital es, cuanto menos, anómalo.
Volviendo a la pregunta inicial: ¿quién manda estos días en el Vaticano? Como el pontífice no ha estado físicamente presente, en la pequeña “Ciudad dentro de la Ciudad” se ha vuelto temporalmente a la tradición histórica según la cual el “vicepapa” es el Secretario de Estado, cuyo poder se había visto ligeramente debilitado por la reforma de la Curia romana querida por Francisco y puesta por escrito con la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium” de 2022.
En estos días excepcionales, el timón del gobierno central de la Iglesia está de hecho firmemente en manos del cardenal Pietro Parolin. Incluso pequeñas señales que quizá la mayoría de la gente pasa por alto lo demuestran.
Hace tres días el Pontífice dio su aprobación a la promulgación de algunos Decretos del Dicasterio para las Causas de los Santos para el reconocimiento de las virtudes heroicas de algunas personalidades eclesiásticas y laicas. Pero no fue el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio, quien llevó los Decretos a Gemelli para ser firmados, sino, de manera completamente inusual, el cardenal Secretario de Estado acompañado de su sustituto.
No sólo eso. Cuando el lunes, después de la aprensión general del pasado fin de semana, se decidió celebrar cada tarde en la Plaza de San Pedro un Rosario por la salud del Papa con la participación de todos los cardenales residentes en Roma, el primero en presidir la oración esa misma tarde no fue otro que el cardenal Parolin. Se podría decir: normal ¿verdad? No. Porque incluso en estos casos los pequeños matices marcan la diferencia y el protocolo vaticano sigue siendo mucho más estricto de lo que se podría pensar.
Por orden jerárquico y por costumbre, el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, debería haber sido el encargado de iniciar la oración que se lleva a cabo todas las tardes, presidida por turno por un cardenal. El primus inter pares entre todos los cardenales, en cambio, presidió el rosario sólo ayer por la tarde, incluso después del cardenal filipino Tagle, pro prefecto del Dicasterio para la Evangelización, que dirigió la oración el martes.
Afortunadamente el Papa Francisco se está recuperando, pero con el cardenal Pietro Parolin la Iglesia está en buenas manos. Y quién sabe, quizá en el futuro lo este aún más.