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MONS. SILVIO BÁEZ ABANDONÓ NICARAGUA PORQUE EL PAPA «NO QUERÍA OTRO OBISPO MÁRTIR»

El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, ha visitado Salamanca invitado por los frailes carmelitas para predicar la novena del Carmen. Durante su estancia, Báez expresó su afecto por la ciudad, donde ya había estado anteriormente para cursar estudios sobre las Sagradas Escrituras en la Universidad de Salamanca.

Báez, carmelita y obispo desde 2009, ha concedido una entrevista a La Gaceta de Salamanca en la que habla de su exilio forzoso. Sobre su retorno a Nicaragua tras 30 años de vivir en el extranjero, el obispo afirma que «me encontré con un país en donde había un gobierno que progresivamente se volvía más autoritario, irrespetuoso con los derechos humanos, con profundos actos de corrupción, una desigualdad económica y, sobre todo, me impactó que utilizaba la religión como sustento de sus políticas populistas».

Desde su llegada a Nicaragua, Báez se distinguió por su mensaje de que la fe no debe ser utilizada políticamente, sino que debe mantener su dimensión liberadora y crítica. «Demostrar que la religión en vez de ser sustento ideológico del poder estaba llamada a ser crítica», defendió el obispo.

La situación en Nicaragua se agravó en 2018 con un levantamiento popular pacífico, que fue respondido con violencia por parte del gobierno. «Entre 300 y 500 personas murieron a manos de los francotiradores, paramilitares. Hay hubo crímenes de lesa humanidad con muchas víctimas jóvenes», recordó Báez, destacando que la Iglesia abrió sus puertas para proteger y asistir a las víctimas.

Además, debido a las amenazas de muerte recibidas directamente del gobierno, el papa Francisco le pidió a Báez en 2019 que abandonara Nicaragua por su propia seguridad. «Literalmente me dijo que no quería otro obispo mártir más en Centroamérica», narró el obispo sobre la difícil decisión de exiliarse.

Desde su exilio, Báez ha continuado su labor pastoral y docente en Florida, aunque sigue ligado a su diócesis de Managua. En enero, el papa Francisco lo ratificó como obispo auxiliar de Managua, a pesar de la distancia. «Yo tengo mi corazón allí, aunque viva en otro sitio. El pueblo me sigue sintiendo cerca», afirmó Báez.

Sobre el futuro de Nicaragua, el obispo exiliado en Miami se mostró esperanzado pero realista: «Evidentemente, una dictadura tan inhumana y cruel no tiene futuro, pero no sabemos cuándo acabará. El país se está cayendo a pedazos y el pueblo está sufriendo un calvario. Creo que están entrando en la etapa final y el papel de la Iglesia es dar esperanza y acompañar al dolor del pueblo»

AcaPrensa / InfoVaticana

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