Hace unos días, el Papa Francisco tomó una decisión importante para la vida de la Curia: la prórroga de Giovanni Battista Re como decano del colegio cardenalicio. Además del cardenal lombardo, la ampliación también afectó al vicedecano Leonardo Sandri, ex prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. Re y Sandri fueron elegidos por los cardenales de la orden de los obispos en 2020. Hasta 2019, el cargo de decano era vitalicio, luego el Papa, aceptando la renuncia del entonces decano Angelo Sodano, emitió un motu proprio estableciendo una duración de cinco años con posibilidad de renovación.
La importancia del decano
El decano no es el «jefe» de los cardenales, sino un primus inter pares con tareas muy delicadas sobre todo en caso de sede vacante. De hecho, es él quien se encarga de anunciar al mundo la muerte del Papa, convocar a los cardenales para el cónclave y presidir las congregaciones y celebraciones generales. No sólo eso: en caso de elección al solio pontificio de un no obispo, es el cardenal decano quien debe proceder a su ordenación episcopal.
El peso de la edad
A pesar de su papel crucial durante las congregaciones, incluyendo la propuesta de la votación sobre el inicio del cónclave y la presentación de las razones por las cuales los cardenales electores pueden negarse a participar (en 2013 esto sucedió con los cardenales Julius Riyadi Darmaatmadja y Keith O’Brien), el cardenal decano no entra en la Capilla Sixtina si tiene más de 80 años.
Esto es lo que sucedió en los dos cónclaves de 1978 con el cardenal Carlo Confalonieri. Este último, pariente del actual presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Zuppi, sufrió mucho la exclusión decidida por la Ingravescentem aetatem de Pablo VI (aconsejada por su poderosísimo sustituto Giovanni Benelli). Giulio Andreotti, comprensivo con su amarga exclusión, lo llamó «decano non deminutus». En 2005, Joseph Ratzinger entró en la Capilla Sixtina como decano -tras la dimisión del africano Bernardin Gantin tres años antes que quería favorecerle- y salió como Papa. En 2013, sin embargo, las atribuciones del octogenario Sodano pasaron en el cónclave a su entonces vicedecano, el Cardenal Re.
Hoy el problema surge porque en caso de fallecimiento del Papa, tanto el decano como el vicedecano tienen más de 80 años y no participarán en la elección del sucesor de Francisco. Una situación que vuelve a poner de relieve la «batalla» librada durante el pontificado de Juan Pablo II por algunos cardenales mayores de ochenta años para recuperar el derecho al voto: lo intentaron en 1989 con una carta firmada, entre otros, por los cardenales italianos Giuseppe Siri y Silvio Oddi.
Luego, en 2003, recibió otra petición del entonces decano Ratzinger, pero Wojtyla no cambió la decisión de su predecesor. El motu proprio de Montini ha sido uno de los más controvertidos a lo largo de las décadas, acusado de socavar el principio de igualdad de los cardenales. El citado Andreotti, por ejemplo, sostuvo que «sería más comprensible si después de los 80 años los cardenales pudieran elegir libremente si ir o no al cónclave».
¿Qué sucede en el cónclave?
En caso de cónclave, con Re y Sandri excluidos por edad, actuará como decano en la Capilla Sixtina el «cardenal primero en orden y antigüedad». Si el club de los cardenales electores se define a menudo como «el club más exclusivo del mundo», el de los cardenales electores del orden episcopal -que se sitúa junto al presbiteral y al diaconal- es aún más restringido.
Como los titulares de las iglesias suburbicarias ya eran octogenarios, en 2018 Francisco las «amplió» con un rescriptum cooptando a los cardenales menores de 80 años Pietro Parolin y Fernando Filoni (además de Sandri y Marc Ouellet, que entretanto ya cumplieron 80 años). En 2020, incluyó también al cardenal filipino Luis Antonio Tagle, y el jueves pasado decidió cooptar al actual prefecto del dicasterio para los obispos, el cardenal agustino Robert Francis Prevost.
Al cardenal se le asignó el título de Iglesia Suburbanicaria de Albano, que hasta su muerte había estado en manos del primer decano emérito de la historia, Angelo Sodano. La noticia alegró al obispo de Albano, monseñor Vincenzo Viva, quien observó que «la asignación del título de nuestra diócesis suburbana a un cardenal obispo es una costumbre muy antigua y, si por una parte indica un estrecho vínculo entre el Papa, obispo de Roma, y los cardenales titulares, por otra demuestra también el estrecho vínculo de la misma diócesis con el Santo Padre».
El iraquí Louis Raphaël Sako es también cardenal elector que forma parte del orden de los obispos, pero como patriarca de rito oriental le preceden los cardenales titulares de las Iglesias suburbanas y, por tanto, los cardenales cooptados que les son equivalentes. Entonces, en este momento, ¿quién sería el cardenal que, en primer lugar, por orden y antigüedad, sería llamado a ejercer como decano en un posible cónclave?
Si nos guiamos por la lista que aparece en el documento papal de 2018, como observa el erudito Manuel Ganarin en un artículo académico sobre el tema, » el primer cardenal que parece tener precedencia sobre ellos, según el orden especial indicado en el rescripto» es el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin.
AcaPrensa / Nico Spuntoni / Il Giornale