Gracias a Luis Badilla por este largo y profundo análisis de un próximo y posible Cónclave y la vieja cuestión de la renuncia de un Papa.
Nota de MiL: en Roma circulan rumores, al parecer fundados, según los cuales entre los futuros candidatos en el Cónclave habría entrado en lisa el cardenal Claudio Gugerotti, de Verona, Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales. Parece estar a la derecha de Zuppi y Parolin y podría proponerse como candidato de compromiso (incluso dispuesto a eliminar Traditionis Custodes y liberalizar de nuevo la Misa Tradicional). Puede tener cierto aplomo entre los votantes conservadores y tradis, hartos -entre otras cosas- de la persecución de una liturgia y de unas órdenes tradicionalmente sensibles. Veremos.
Luis C.
¿La dimisión del Papa? Cardenal Parolin dice: son “especulaciones inútiles.” Cardenal Fernández añade: son “presiones sin sentido”. Pero a pesar de todo, hay un clima de sucesión papal y de sede vacante. También se plantean algunas preguntas importantes. ¿Qué pasaría si el Papa Bergoglio dimitiera?
El sábado 22 de febrero, dos cardenales de la Curia, Parolin, Secretario de Estado, y Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, intentaron simultáneamente poner freno a los rumores sobre la posible renuncia de Francisco, a veces anticipada como inminente. Vatican News, el sitio oficial del Vaticano, recoge las reacciones de la siguiente manera: «El cardenal secretario de Estado en una entrevista con el Corriere della Sera afirma: «lo único que importa es la salud del Papa, su recuperación y su regreso al Vaticano».
Y el cardenal Fernández, Prefecto de la Doctrina de la Fe, responde a La Nación: la presión para una renuncia no tiene sentido». Palabras vanas. «Todo esto me parece una especulación inútil. Ahora pensamos en la salud del Santo Padre, en su recuperación, en su regreso al Vaticano: son las únicas cosas que importan. Sinceramente, tengo que decir que no sé si existen ese tipo de maniobras y, en cualquier caso, trato de mantenerme al margen.
Por otro lado, creo que es bastante normal que en estas situaciones puedan difundirse rumores incontrolados o hacerse algún comentario inapropiado: ciertamente no es la primera vez que ocurre. «No creo que haya ningún movimiento en particular, y hasta ahora no he oído nada parecido».
El cardenal Víctor Manuel Fernández, entrevistado por el diario argentino La Nación, afirma que “no tiene sentido que algunos grupos presionen por una renuncia. Ya lo han hecho varias veces en los últimos años y sólo puede ser una decisión completamente libre del Santo Padre para que sea válida. «No veo un clima precónclave, no veo que se hable de un posible sucesor más que hace un año, es decir, nada especial».
Sin embargo, existe un clima de sucesión.
A pesar de las palabras de estos dos importantes prelados, y de otros numerosos obispos de todo el mundo, en el entorno del Vatiucano y en círculos de poder principalmente occidentales, el clima de sucesión papal es claro e innegable.
La razón es una sola: el Pontífice reinante, Jorge Mario Bergoglio, tiene 88 años, padece diversas enfermedades crónicas y degenerativas y, en esta, su cuarta hospitalización, bastante larga, como dijeron sus médicos el pasado 21 de febrero, la situación clínica es peligrosa y lo será siempre. Su cirujano Sergio Alfieri fue claro y honesto, quizás brutal, pero fue el propio Francisco quien pidió a su médico total transparencia: el Papa está aquí bajo nuestros cuidados para frenar una crisis aguda y luego regresará a Santa Marta, pero siempre con sus patologías crónicas (y degenerativas).
En estas pocas palabras sólo hay una verdad posible sobre el estado de salud del Papa Francisco: el Papa Bergoglio ha entrado en una fase terminal bajo riesgo permanente. Nada más y nada menos. El resto… ¡bastante! – cuervos, conspiraciones, noticias falsas, maniobras, decir-no-decir, revelaciones, indiscreciones, etc. Son ingredientes para condimentar el plato mediático o quizás para hacer reír en la situación actual, a saber: el Papa Francisco se encuentra en un estado terminal de salud.
Hacia el 11° Cónclave desde 1900
A estas alturas se tiene la sensación, la percepción indiscutible, y por primera vez en los últimos 12 años, de que el pontificado del Papa Bergoglio está esencialmente terminado y no necesariamente por causa de la muerte, sino más bien por impedimento fisiológico del Papa. Es muy difícil imaginar siquiera mínimamente que el Santo Padre pueda regresar a Santa Marta y reanudar su vida pastoral como si nada hubiera sucedido.
Todo lo que se puede ver y saber, incluso públicamente, siembra numerosas pistas sobre una configuración gradual de un escenario especial que puede precipitarse en cualquier momento en pocos segundos: el Pontífice que logra seguir adelante con su precaria salud de hierro, pero impedido de ejercer y presidir su misión y su magisterio, es una posibilidad muy improbable.
El Papa Bergoglio que decide Hacer efectiva su carta de renuncia entregada a la Secretaría de Estado en marzo de 2013 es un acontecimiento poco probable precisamente por la gravedad de las condiciones de salud del Pontífice.
Así, por undécima vez desde principios de 1900, la Iglesia Católica podría tener que enfrentarse a otro Cónclave para elegir un Sucesor a la Cátedra de Pedro.
Collegio cardinalizio – 28 FEBBRAIO 2025 | |||
Papi | Elettori | Non elettori | Totali |
Giovanni Paolo II | 5 | 36 | 41 |
Benedetto XVI | 23 | 39 | 62 |
Francesco | 110 | 39 | 149 |
Totale | 138 | 114 | 252 |
Continente | Elettore | Non elettore | Totale |
Europa | 54 | 60 | 114 |
America del Nord | 16 | 12 | 28 |
America Centrale | 4 | 4 | 8 |
America del Sud | 18 | 14 | 32 |
Africa | 18 | 11 | 29 |
Asia | 24 | 13 | 37 |
Oceania | 4 | 0 | 4 |
TOTALE | 138 | 114 | 252 |
Cardenal Müller: El Papa “No se baja de la cruz”
«La renuncia de un Papa, de cualquier Papa, en mi opinión no puede considerarse una opción. No se desciende de la Cruz, exactamente como indican las Escrituras.» Son las palabras del cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto Emérito del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en fuerte conflicto con el Papa Bergoglio. El purpurado aclaró después a Il Messaggero del 24 de febrero: «No dejaré de repetirlo nunca, la Iglesia en este momento histórico necesita unidad en su interior. Lamento lo que está sucediendo». «Soy escéptico ante cualquier renuncia papal sólo porque uno se siente agotado y no puede más. Esto mina el principio de la unidad visible de la Iglesia encarnada en la figura del Papa. Por eso la renuncia no puede convertirse en algo normal, como jubilarse de una empresa. El Papa Francisco tiene una neumonía bilateral que afortunadamente está siendo tratada en un excelente hospital, por lo demás no ha comprometido ninguna de sus facultades intelectuales. Hablar de renuncia es absurdo -concluye-. Y luego en su hospitalización creo que puede dar un ejemplo al mundo entero, a los que sufren, a los enfermos, a los moribundos, a los que tienen miedo a la muerte. El testimonio es inestimable».
Todo bien dicho, pero vayamos a lo dicho el cardenal. A Müller le falta un eslabón, quizá el decisivo: incluso si las capacidades cognitivas están intactas pero las condiciones de salud fisiológica (del cuerpo, de las funciones orgánicas y de su coordinación) son mínimas, ¿qué hacemos? Siguiendo las consideraciones de Müller que parece ignorar que además de la “capacidad cognoscitiva” existe otra igualmente determinante, la “capacidad corporal”, ¿qué debe hacer el Pontífice? ¿Delegar el ministerio petrino a su secretario? Confía en los más inteligentes. ¿Los cuáles obviamente no faltan? ¿Compartir la misión única y exclusiva de Vicario de Cristo con la primera persona que pasa por los pasillos del Palacio Apostólico o de Santa Marta?
En el pasado, aunque sea ocasionalmente, la Sede de Pedro ha vivido momentos de este tipo y los recuerdos no son ni buenos ni alentadores.
Un cuerpo electoral cardenalicio adecuado ¿En el momento actual del mundo y de la Iglesia?
Un Cónclave, hasta hace unas semanas, habría sido muy delicado y complejo y los actuales 138 cardenales electores habrían tenido gigantescas responsabilidades sobre sus hombros. Pero hoy, sin embargo, después del punto de inflexión en las relaciones internacionales con la llegada del dúo Trump-Musk, este importantísimo encuentro eclesiástico será aún más arriesgado también porque desde hace algunos años se está gestando una duda fundada: el nivel medio de preparación y competencia de los nuevos cardenales, con los nombramientos de Francisco, ha bajado considerablemente. Por lo que hemos visto en estos años, no parece que haya dentro del Colegio Cardenalicio, a menos que el Señor nos dé una gran sorpresa, mentes iluminadas, dotadas de una gran y rectitud moral. Los tiempos en que vivimos son los mismos en los que la Iglesia ha sido llamada a encontrar figuras del más alto calibre para ayudar a superar importantes crisis globales de civilización.
Como veremos más adelante, la infame «lista de posibles candidatos» que ya circula, si bien es algo muy desafiante y quizás útil para el análisis, está sin embargo basada en endebles pistas mediáticas. Las narrativas carecen de hechos reales y significativos, de carisma y de impulsos de liderazgo. Todo (y todos) parecen burocrátas monótonos, incluso aburridos. Los cardenales que más hablan con la prensa, aunque sean colaboradores del Pontífice, no vuelan más alto que cualquier obispo de una diócesis media. Falta altura, visión, diseño… Todo como siempre: papolatría, que también es innecesaria. No parecen eclesiásticos deseosos de ponerse al servicio de la Iglesia. Se revelan fácilmente como eclesiásticos que hacen todo lo posible para poner la Iglesia a su servicio.
¿El Cónclave será también “bergogliano”? No es claro.
En un posible futuro Cónclave, los electores serían (a 28 de febrero de 2025) 110 creados por Bergoglio (80%), 23 por Ratzinger (17%) y 5 por Wojtyla (3%).
En este contexto, entre varias dudas, se abre de nuevo la incógnita sobre el cardenal Becciu: ¿puede participar o no? ¿No puedes participar en semejante Cónclave? El cardenal Angelo Becciu, en la tabla oficial del sitio web del Vaticano, aparece en entre los no votantes porque esta prerrogativa suya fue suspendida por el Papa Jorge Mario Bergoglio el 24 de septiembre de 2020 en relación con el asunto del Palacio de Londres. Actualmente, el cardenal está a la espera de la sentencia de la apelación que, en última instancia, es siempre y en todo caso una decisión del Papa que lo acusó hace años. El cardenal sardo tiene 76 años (nació el 2 de junio de 1948).
Dada la situación del cardenal Becciu, ¿un cónclave con el obispo de Roma fallecido sería lo mismo que con el obispo de Roma renunciante?
¿Un obispo emérito de Roma “intervencionista”?
Es más bien difícil imaginar a Jorge Mario Bergoglio, el Papa renunciante, llamado Francisco por voluntad propia, obispo emérito de Roma, residiendo en los apartamentos papales de San Juan de Letrán, con su tumba ya preparada en Santa María la Mayor, retirado en silencio y oración, como algo real.
El eclesiástico tiene una personalidad, destacada durante casi 12 años, muy decidida e intervencionista. Ante esta realidad, es imposible imaginar un comportamiento tan discreto y manso como el del anterior obispo emérito de Roma, Benedicto XVI.
Esta es la situación que más se teme en la Iglesia, en la compleja cúpula vaticana que desde hace tiempo se prepara para el cambio, después de su “paso” de wojtyliano a ratzingeriano y franciscano. En la nomenclatura diocesana, de un extremo a otro de la tierra, el lema es el mismo: cambiamos hoy, como ayer, como mañana, lo importante es mantenerse a flote. Muchos consideran que el amor y la lealtad al Papa, el Sucesor de Pedro, es algo verdadero y real. Pero muchos, en cambio, piensan en sus propios intereses, es decir, utilizan la Iglesia para promover su carrera.
Temas y preguntas de un “Papabile”
Se podría resumir así: la carrera para encontrar al candidato más probable ya está abierta. Cada uno ofrece lo suyo. Hay un sitio web especializado que nombra a 21 papables, es decir, el 15% de los 138 cardenales votantes,
Es deseable, en cambio, que aparezcan primero los posibles problemas y después los nombres. A continuación, se muestra una lista parcial de los temas principales:
- Un Papa que continúe las reformas de Bergoglio y cuáles en concreto
- Un Papa para la sinodalidad. Qué hacer y cómo hacerlo.
- Un Papa para restablecer la primacía del Derecho y del Derecho en la Iglesia
- Un Papa que mediara en el conflicto interno en curso, atenuando las polarizaciones y disputas que a veces crean un clima de guerra civil
- Un Papa que devuelva a la Iglesia a la dialéctica global con una voz autorizada, escuchada con sinceridad y sin hipocresía
- Un Papa que recupere la colegialidad episcopal, dejando atrás las múltiples fraseologías mediáticas
- Un Papa que centre a la Iglesia en su misión, papel y presencia cristológica; Un liderazgo religioso, espiritual y moral
- Un Papa para acompañar la agenda de la ONU y de los organismos internacionales bajo ataque, acercando la fe al realismo sociológico y a las prioridades políticas
- Un Papa que influya en el desarme, en la consolidación de los dividendos de la paz y en un orden mundial no intervencionista, contrarrestando así la ley del más fuerte.
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Los “sucesores” del Papa Bergoglio: una lucha interna.
Mientras tanto, los “oponentes” que quieren pasar página no tienen ninguna estrategia ni plan.
Desde una perspectiva periodística, se puede hablar de una “sucesión de Francisco”, pero en verdad y según la doctrina católica, el Papa reinante nunca es el sucesor del anterior. Francisco no es el sucesor de Benedicto XVI, como tampoco el Papa Ratzinger fue el sucesor del Papa San Francisco. Juan Pablo II. Los Pontífices son Sucesores del Apóstol Pedro —en línea directa— y en esta capacidad especial son Vicarios de Cristo y Obispos de Roma, como lo fue Pedro después de la muerte de Jesús y desde su instalación en Roma.
Cardenales “bergoglianos”
Sin embargo, aunque con un lenguaje inapropiado porque el tema es demasiado técnico, estos días ya se empieza a hablar del Sucesor del Papa Francisco y al respecto las consideraciones más interesantes se encuentran dentro del numeroso grupo de los cardenales llamados “bergoglianos”, que actualmente serían 110 en el caso de los cardenales electores (el 80% de los 138 conclavistas). Si a estos 110 cardenales que pueden entrar en el Cónclave añadimos los bergoglianos que ya tienen más de 80 años, el total es 149: el 59% de todo el Colegio Cardenalicio (252 cardenales).
El término «Bergogliano» es más bien superficial pero mediáticamente preciso: se trata de un clérigo creado cardenal por el Papa Bergoglio. Esto no significa, sin embargo, que sea una persona incondicional del Pontífice, un sujeto fiel en todo, sin autonomía ni capacidad crítica, un “hombre sí”. En este grupo de los llamados cardenales bergoglianos hay eclesiásticos de este tipo, y no pocos, y es algo que siempre se ha registrado con todos los Papas.
Pero también hay cardenales nombrados por el Bergoglio capaces de pensar y actuar independientemente de lo que quiera o desee el Papa en cuestión. Esta mayor o menor autonomía dialéctica es diferente según se trate de elegir un nuevo Papa tras la muerte del Pontífice reinante o en vida del Pontífice emérito, que ha renunciado por voluntad propia o se encuentra impedido por una enfermedad incapacitante.
Ya se ha dicho, y es necesario reiterarlo para mayor claridad: un Colegio Cardenalicio con mayoría bergogliana no corresponde automáticamente a un Cónclave bergogliano. ¿Por qué? Por diversas razones. La primera, singular y decisiva, concierne precisamente a los cardenales llamados bergoglianos (definición que a ellos mismos les gusta mucho).
La mejor intérprete del momento
En este grupo de conclavistas, los candidatos al papado son diferentes y cada uno intenta, siguiendo las huellas del legado del Papa Bergoglio, ser el mejor intérprete de el y del momento. El cardenal Pietro Parolin quiere aprovechar al máximo esta variedad: ser el candidato mediador y representar todos los matices del llamado bergoglianismo. Sus partidarios utilizan todo tipo de argumentos y análisis para intentar desvincular a Parolin del Papa Bergoglio, en particular utilizando su carisma de persona gentil, tranquila y serena. Se está intentando recolectar votos en el otro campo ya que el quórum de 92 es muy alto. Aunque hay muchos, algunos casi imposibles de superar: por un lado el Cardenal Parolin quedará para siempre atado al Acuerdo con Pekín (considerado por muchos como «una rendición innoble») y a muchas de las decisiones del Papa consideradas errores gigantescos que el Secretario de Estado ha encubierto: devastación de la Secretaría de Estado, reducida ahora a una oficina de trámite de papeles; pérdida de calidad y competencia de la nomenclatura insignia de la Santa Sede y de su diplomacia; apoyo incondicional a acciones del Papa que muchos consideran inaceptables. Hay una larga lista de casos a este respecto. Tres son dirimentes: Declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones (2023), Los “Dubia” de dos Cardenales (10 de julio de 2023) y “Respuestas” del Santo Padre “a los Dubia propuestos por otros dos Cardnales” (2023) y Traditionis custodes – Sobre el uso de la Liturgia Romana anterior a la reforma de 1970 (2021) y el supuesto cuestionario a los Obispos del mundo sobre la materia.
Los nombres de los principales papabili del grupo bergogliano, con estilos o matices diferentes, y a veces con significados opuestos, son: Zuppi, Omella, Hollerich, Pizzaballa, Leo, Cupich, Arborelius, Aveline, Tagle, Marengo, Tolentino de Mendonça y recientemente también Grech.
Con excepción de algunos -Parolin, Pizzaballa y Tagle- que brillan también con su parte de luz propia, todos los demás nombres son fruto de una creatividad mediática que, como es sabido, en este período de la historia de la Iglesia muestra una notable inventiva. Es cierto que cada uno, si quiere, puede ofrecer su propio carisma, algo cautivador, para atraer a los cardenalicios, pero son banalidades mínimas, no a la altura del desafío. No basta ser un cardenal joven, o popular, o políglota, para aspirar al Trono de Pedro.
Esta atracción se vuelve más complicada cuando también entra en juego la cuestión de si Francisco es más o menos liberal (suponiendo que lo sea) y por lo tanto ofrece una garantía programática convincente para resolver el dilema actual (si eso es cierto): una desaceleración para consolidar las reformas de Bergoglio o acelerar las reformas para hacer que las reformas de Bergoglio sean irreversibles. En política se dice: avanzar para consolidar o consolidar para avanzar.
Un “outsider” pero en el centro tras el fin del papado
Y luego está el gran desconocido del papa más conocido, pero también el más silencioso y completamente fuera del esquema dominante: el arzobispo metropolitano de Esztergom-Budapest, Péter Erdő, de 72 años. El cardenal nació en Budapest (Hungría) el 25 de junio de 1952, el primero de seis hijos de una familia de intelectuales católicos.
Fue creado cardenal el 21 de octubre de 2003 por el Papa San Juan Pablo II.
El Cardenal Erdő, canonista experto y refinado, hombre de derecho, prudente y conservador, no identificable con el bergoglianismo pero tampoco considerado enemigo o adversario. Como es ampliamente reconocido, es un obispo alejado de la dialéctica de facciones o grupos.
Para varios analistas, el cardenal Péter Erdő es el cardenal que puede dar forma, cuerpo, programa y estilo a todos los cardenales que piensan que el bergogliano termina con el fin de su papado y, por tanto, un posible Cónclave debería pasar página en la vida de la Iglesia. El cardenal húngaro, con gran inteligencia y previsión, se ha mantenido al margen de todas las polémicas y polarizaciones, grupos y facciones, que a menudo han adquirido perfiles políticos, y por eso su potencial candidatura puede reunir votos de todos independientemente de la lógica de las divisiones.
Sin embargo, no será fácil ya que la La fábula de las reformas del Papa Bergoglio sigue en pie aunque no exista un solo texto autorizado y serio, ni propagandístico ni adulador, que enumere y explique con articulaciones convincentes y demostrables al menos tres o cuatro de estas llamadas reformas presentadas como históricas e inéditas. Además, como en el caso de las llamadas “reformas económicas”, aparte de unas pocas declaraciones genéricas, no se sabe nada sobre su verdadero contenido. En este caso, antes de explicarlo, conviene contarles lo que se ha hecho.
Una oposición desvencijada, sin plan y sin un candidato papal con autoridad
En el campo opuesto o crítico del Papa Francisco, hostil a su legado o a su deseo de prolongar el pontificado a través de las decisiones del grupo de cardenales bergoglianos, con el objetivo, se dice, de «hacer irreversibles sus reformas», la lista de papables es bastante abarrotada también porque muchos nombres son fruto de la imaginación mediática. Se trata de eclesiásticos como Robert Sarah, Gerhard Ludwig Müller, Raymond Leo Burke y Angelo Bagnasco, quienes sin embargo objetivamente no tienen ninguna posibilidad en la parte decisiva del escrutinio. Incluso otros nombres de personas a medio camino -que han hecho todo lo posible para mantenerse fuera de la polarización pero sin ninguna autoridad- no parecen tener ninguna posibilidad, como tampoco lo tienen los cardenales que entran y salen, periódicamente, de la lista de posibles candidatos según los gustos de algunos periódicos o agencias.
Con excepción de unos pocos -Parolin, Pizzaballa y Tagle- que también brillan con luz propia, todos los demás nombres de posibles candidatos son más bien arbitrarios. Como es bien sabido, durante este período de la historia de la Iglesia mostró una gran inventiva. Es cierto que cada uno, si quiere, puede ofrecer su carisma, algo cautivador, pero son cosas inconsistentes o banalidades mínimas, no muy apropiadas para el momento.
No basta con ser un cardenal joven, o un cardenal popular, o un cardenal políglota, etc. Esta atracción se vuelve más complicada cuando entra también en juego la cuestión de ser más o menos liberal que Francisco y se resuelve así el dilema: frenar para consolidar las reformas de Bergoglio o acelerarlas para que todo sea irreversible. En política se dice: avanzar para consolidar o consolidar para avanzar.
En el caso de este grupo hay que tener en cuenta también el hecho de que entre los “críticos” del Papa no existe un consenso sólido, orgánico y de amplio acuerdo. Luego, en el panorama general de esta gente, cada uno criticó la actuación del Pontífice desde su propio punto de vista. Así, de hecho, las críticas contra el Papa Bergoglio son numerosas pero más bien dispersas hasta el punto que, si se quiere utilizar un lenguaje simple pero inadecuado, nunca se ha configurado una “oposición” o un contrapeso.
La historia del cardenal Angelo Becciu: Una piedra de molino para el Cónclave
Sin incluir entre los críticos del Papa al cardenal Angelo Becciu, pues objetivamente nunca lo ha sido a pesar de encontrarse en una situación muy difícil por voluntad del Papa Bergoglio, para muchos analistas atentos el cardenal ex Prefecto aparece como un posible papabile autorizado. Paradójicamente, el cardenal Becciu, que no puede entrar en el Cónclave, puede en cambio ser elegido Obispo de Roma porque cumple los requisitos del Derecho Canónico: ser varón, bautizado y célibe.
Toda la cuestión podría aclararse si se abriera una vía viable para redefinir su estatus actual: un cardenal suspendido por el Papa de sus prerrogativas más importantes, incluida la de elector. Mientras el Papa Bergoglio esté vivo, seguramente nada cambiará. El cardenal fue condenado en primera instancia a más de cinco años de prisión y espera la sentencia definitiva tras la apelación.
Esta historia se ha vuelto muy complicada porque se ha desarrollado, desde el 24 de septiembre de 2020 hasta hoy, en el estilo típico del Papa Francisco, es decir, al final nada es transparente y unívoco. Todo se vuelve confuso y nunca hay una verdad convincente y clara. El caso Becciu hay que incluirlo entre muchos otros, como por ejemplo el escándalo Rupnik, que forman parte de los esqueletos del pontificado.
No sólo eso. El pedrusco de Becciu en un momento de Sede vacante y de Cónclave crea confusión y desorientación en el pueblo de Dios y también entre los cardenales porque la elección del nuevo obispo de Roma se hará con un cuerpo electoral deliberadamente mutilado, además por motivos y causas nunca esclarecidas hasta el punto de configurarse hoy como fruto de una persecución.
Quizás lo que intentaba hacer desde el principio era impedir la presencia de Becciu en un Cónclave.
El misterio de la reforma del Cónclave
El 21 de enero, después de las 16 horas, el canal RaiNews 24 (Italia) informó en un noticiero que el Papa, hospitalizado en el «Gemelli», había recibido junto al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y al cardenal Gianfranco Ghirlanda, canonista jesuita y ex rector de la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde Ghirlanda se le atribuye desde hace algunos años el mérito de haber modificado las reglas del Cónclave, y de inmediato han comenzado numerosas especulaciones, incluso imaginativas y sin sentido. Media hora después, el Vaticano hizo un desmentido preciso, curiosamente muy oportuno (cuestión de minutos), señalando también al autor -algo que no sucede a menudo- de la fake news. He aquí el texto: “Respecto a la noticia difundida por Rai News 24 esta tarde, poco después de las 15.00 horas, la Oficina de Prensa de la Santa Sede desmiente que ayer haya habido un encuentro entre el Santo Padre y los cardenales Gianfranco Ghirlanda y Pietro Parolin”.
¿Y por qué este nerviosismo?
Porque desde hace más de un año se habla de la cuestión de los cambios en las reglas del Cónclave y, en esencia, se dice que se querría excluir de las Congregaciones pre conclave a los cardenales mayores de ochenta años y que también se querría cambiar el quórum para ser elegido Obispo de Roma, pasando de los dos tercios (hoy serían 92 votos) a la mayoría simple (70 votos). Se habla también de otras supuestas posibles reformas, incluso de permitir la participación de laicos y de mujeres.
De esto nunca se ha hablado con autoridad en el Vaticano. El Papa Francisco ni siquiera tocó el tema. Desde el principio se dijo que la “noticia” era una maniobra proveniente de sectores tradicionalistas y antibergogliosistas del catolicismo norteamericano.
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