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ARQUITECTURA RELIGIOSA / LA FEALDAD HA TENIDO SU MOMENTO – VUELVE EL SENTIDO DE LO SAGRADO

En las últimas décadas, la arquitectura eclesiástica moderna, al igual que la música sacra, ha sido notoriamente aburrida. Edificios parecidos a hangares de aviones, asientos de congregación en forma de abanico y vidrieras caprichosas han dominado el espacio de adoración durante los últimos sesenta años. Un autor no pudo evitar titular así una de sus críticas: Fea como el pecado. Sin embargo, la arquitectura de las Iglesias está cambiando y los católicos en EEUU exigen que los nuevos espacios de culto se parezcan más a… bueno, a iglesias.

Hoy en día, algunas escuelas de arquitectura están egresando graduados que proponen edificios eclesiásticos capaces de reflejar no la fealdad del pecado, sino lo sagrado.

En 1998, los arquitectos de la Universidad de Notre Dame se unieron para fundar el Instituto de Arquitectura Sagrada, un importante centro para alentar una tendencia general que se estaba alejando de la fealdad moderna. Sus objetivos eran volver a lo sagrado, explorar la riqueza del patrimonio arquitectónico de la Iglesia y proyectar nuevas iglesias inspiradas en lo clásico y lo gótico.

Con este fin, los miembros fundadores lanzaron Sacred Architecture Journal (Revista de Arquitectura Sagrada), una publicación bianual que informa sobre la evolución en el campo. También han patrocinado seminarios y trabajos académicos que promueven sus objetivos.

El resultado de este y otros esfuerzos semejantes ha sido el florecimiento de hermosas iglesias en todo el país. La revista publica periódicamente artículos sobre proyectos excepcionales con imágenes impresionantes y perspectivas históricas, así como críticas a estructuras y obras de arte siniestras y feas.

En el último número de Sacred Architecture Journal, el arquitecto y editor Duncan Stoik señala un cambio radical en la arquitectura de las iglesias, contra todas las expectativas. Nadie podría haber imaginado que lo feo de los edificios posmodernos ya ha pasado de moda.

Después de casi veinticinco años de esfuerzo, Stoik enumera tres cosas que han cambiado dramáticamente en este campo desde la fundación de la revista. Cambios que corresponden no sólo al lugar donde se practica el culto, sino también a la forma en que se realiza.

El primer cambio significativo es el retorno a la noción de lo sagrado. “Hace veinticinco años la gente no usaba la palabra ‘sagrado’ en relación con la arquitectura de las iglesias”, informa Stoik. “Hoy, sin embargo, lo sagrado se utiliza a menudo en el lenguaje moderno para referirse a las casas de Dios”.

El regreso está vinculado a una transformación espiritual dentro de las almas de los católicos que anhelan lo sagrado. Están cansados de los brutales proyectos seculares que tanto se esfuerzan por eliminar lo sagrado. Estos católicos quieren orar en un lugar sagrado hermoso que corresponda a sus deseos.

Una forma en que lo sagrado se manifiesta en el diseño es lo que el arquitecto llama «una apreciación general de la verticalidad y la direccionalidad». En otras palabras, las iglesias vuelven a mirar hacia arriba, hacia Dios, con campanarios, arcos y bóvedas. Los planos de planta amorfos y los anfiteatros han desaparecido. A nivel del suelo, las iglesias mantienen la dirección hacia Dios propia de un santuario sagrado.

Estos cambios reflejan la necesidad de que la construcción sea una imagen física de lo que sucede espiritualmente. La oración es una acción en la que el alma se eleva a Dios. Una iglesia debe reflejar una jerarquía de lugares donde la persona sienta una presencia especial y edificante de lo sagrado, no la uniformidad igualitaria que hace que las estructuras modernas sean tan insoportables.

El segundo desarrollo que caracteriza la actual arquitectura sacra es el regreso a las fuentes. La actitud universal según la cual todo vale, que prevaleció en los años setenta y ochenta, ha desaparecido. Pastores y congregaciones están redescubriendo la «gran riqueza y variedad de iglesias construidas durante los últimos dos milenios».

También ha desaparecido la hostilidad hacia el pasado. La era del naufragio (término despectivo utilizado desde hace algunos años). Para describir el estilo esa época se podría decir que la construcción de catedrales, iglesias y oratorios católicos después del Concilio Vaticano II, a partir de los años 60, se hizo intentando destruir todos los estilos y muebles antiguos. Se rechazo el rico patrimonio de la Iglesia y se han experimentado con nuevas y espantosas estructuras y muebles nuevos y espantosos, sin conexión con la parroquia o el lugar. Así, la arquitectura de la iglesia fue desarraigada de su suelo natural.

Pero ahora estamos empezando a mirar hacia atrás, a la riqueza del pasado que nunca envejece. Y se están encontrando hermosas expresiones de las verdades de la Fe. Ya no buscamos modas pasajeras.

Este regreso a las fuentes también refleja las antiguas formas de culto que tanto fascinan a muchos católicos, especialmente a los jóvenes.

El tercer avance que señala Stroik es la tendencia de la gente a “decorar sus iglesias con obras de arte que nuestros bisabuelos habrían reconocido”. Una tendencia que despegó una vez que la gente se dio cuenta de que “estaba permitido”.

Por eso, los nuevos edificios vuelven a contar con hermosas pinturas que cuentan la historia de la salvación. Escenas conmovedoras adornan las capillas laterales, los techos y las paredes están ornamentados. Una belleza que se extiende por generaciones.

El último número del Journal destaca las enormes capillas universitarias nuevas y ornamentadas, como la Capilla de Santa María en la Universidad Texas A. & M., con capacidad para 1.500 personas. Estos proyectos son populares y están ganando terreno. Pero sobre todo atrajeron la atención de los jóvenes.

Un número cada vez mayor de artesanos especializados trabajan en la decoración de las iglesias. Pintores, escultores y vidrieros están surgiendo como creadores de «artes hermanas» de la arquitectura para satisfacer la demanda de lo sagrado.

Muchos de los que trabajan en estas iglesias están capacitados para garantizar que sus trabajos reflejen la teología de la Iglesia más allá de sus oficios. Su trabajo se convierte en un trabajo de amor.

Este movimiento de base debe ir de la mano de escuelas de música que se adapten al entorno (¡y a la acústica!) de los nuevos edificios.

Todas estas realidades reflejan un retorno orgánico a la tradición que sugiere una fuerte acción de la gracia de Dios capaz de operar en las almas. La gente ha vuelto a pensar que los espacios de adoración influyen en la forma en que oran y adoran. Hay una relación directa. Cuando un edificio es tan feo como el pecado, no fomenta algo tan hermoso como la gracia y la virtud.

El futuro de la arquitectura sagrada es brillante ya que la gente vuelve a sentirse atraída por lo sagrado. Stroik cree que el mensaje del movimiento debe extenderse más allá de Estados Unidos. Ofrece “conferencias internacionales sobre arquitectura sagrada para arquitectos, pastores y contratistas de todo el mundo.

La adoración centrada en el hombre dentro de cajas feas y pecaminosas produce el fruto inevitable de iglesias vacías. Existe una conexión entre dónde oras y cómo lo haces. El renacimiento de lo sagrado se produce porque la gente entiende que el vacío posmoderno sólo puede ser llenado por lo sagrado.

Así, trabajando con la gracia de Dios, se pueden lograr cosas grandes e inesperadas. El apostolado de la belleza sagrada atrae a multitudes porque habla un lenguaje universal y atemporal. La tradición representa el futuro.

AcaPrensa / Aldo María Valli / Duc in altum / Juan Horvat II / returntoorder.org

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