Me dicen desde Barcelona:
«Oriol, gran conocedor de la Iglesia de Barcelona, daba cuenta hace algunas horas, de cómo buena parte del clero joven de esa arquidiócesis se destaca por su coraje y fidelidad a la Iglesia. Y cómo, por ello mismo, sufre toda clase de hostigamientos y presiones de Omella.
Ahora, un veterano cura de aquel clero, ya de vuelta de su progresismo, y rendido ante la evidencia, agregó: «Para nosotros, los viejos, estos curas son un consuelo: vamos viendo cómo, con su celo, se vuelven a poblar de a poco las parroquias, crece el número de niños de catequesis, y ¡hasta se producen conversiones admirables de jóvenes venidos del separatismo y la izquierda!
Y eso contra todos los pronósticos, porque a estos curas los mandan a «periferias», a barrios pobres y marginales, y a destinos considerados como ‘de castigo ‘. Y a más dificultades, más apostolado. Y, muy lejos de las falsas acusaciones de insensibilidad y poca cercanía, demuestran que no los mueve ninguna ideología y sí el celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas»
El veterano cura, que pidió el anonimato para no ser víctima de la «misericordia» del arzobispo, agregó: «Se equivoca gravemente Omella al creer que con su ninguneo e, incluso, con la cancelación de conferencias -como hizo con dos sacerdotes argentinos- terminará con este fenómeno. Por el contrario, lo potencia. A mí también, me cuesta. Pero debemos reconocer, que, durante décadas, vivimos equivocados. Nos enamoramos de la presunta primavera conciliar, y fuimos protagonistas y testigos de un crudísimo invierno. Ahora, estos jóvenes nos demuestran que el camino es otro». Dijo, también: «Un compañero mío, veterano como yo, tiene como coadjutor a uno de estos curas. Y se desvive en elogios. También, como un servidor, tuvo un pasado ‘progre’. Y ahora ve cómo su hasta hace poco moribunda parroquia, lentamente, se va recuperando. Y que, además, su joven ayudante, tiene hacia él sinceras muestras de afecto y apoyo. No soy -concluyó- de los que dicen ‘antes muertos que observantes’. Quiero, en lo que me queda de vida, contribuir a desandar la mala senda recorrida».
AcaPrensa / La Cigüeña de la Torre
