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EL JUBILEO, MONSEÑOR FISICHELLA Y LA TIENDA DE JONATÁN

El pasado 24 de diciembre, con la apertura de la Puerta Santa en San Pedro, el papa Francisco inauguró el Jubileo 2025. El Papa atravesó el umbral para entrar en la Basílica mientras resonaban las palabras del Evangelio de San Juan «Yo soy la Puerta; si alguno entra por Mí se salvará», seguidas de las del Salmo 118: «Ésta es la puerta de Yavé; entran por ella los justos».

Le seguía una procesión formada por los cardenales, obispos, sacerdotes y algunas familias representantes de los cinco continentes. El 26 de diciembre el Papa abrió, por primera vez en un jubileo ordinario, una puerta santa en la cárcel romana de Rebibbia, y el día 29 la de la Basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma. El año jubilar ha sido inaugurado simultáneamente por todos los prelados del mundo.

Manda la tradición que todo jubileo sea proclamado mediante la promulgación de una bula papal. El jubileo de 2025 fue proclamado en San Pedro el pasado 9 de mayo con la bula Spes non confundit (la esperanza no engaña, Rm. 5,5). En dicha bula, Francisco nos recuerda que «La esperanza, junto con la fe y la caridad, forma el tríptico de las virtudes teologales, que expresan la esencia de la vida cristiana». La esperanza sobrenatural es la de la vida eterna. «Otra realidad vinculada con la vida eterna –ha recordado el Papa– es el juicio de Dios, que tiene lugar tanto al culminar nuestra existencia terrena como al final de los tiempos. El sacramento de la Penitencia nos asegura que Dios quita nuestros pecados.»

La Penitenciaría Apostólica ha dado a conocer las normas para la concesión de indulgencias con motivo del Jubileo 2025. Podrán obtener indulgencia, junto con la remisión y el perdón de los pecados, todos los fieles «verdaderamente arrepentidos», «movidos por espíritu de caridad» que «en el curso del Año Santo, purificados a través del sacramento de la penitencia y alimentados por la Santa Comunión, oren por las intenciones del Sumo Pontífice» y visiten alguna de las cuatro basílicas pontificias mayores de Roma, o alguno de los numerosos lugares sagrados dispuestos por la Iglesia en todo el mundo.

De todos modos, para obtener la indulgencia no basta con pasar por la Puerta Santa. Es necesaria la confesión con contrición de los pecados cometidos. El Concilio de Trento define la contrición como «dolor del alma y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante» (Sesión XIV, capítulo 4). Sin propósito de enmienda no hay perdón de los pecados ni remisión de las penas que el pecado trae como consecuencia.

A la luz de esto es como debemos juzgar noticias como la de la posible participación en el jubileo de La tienda de Jonatán, asociación que pretende conciliar la fe cristiana con la práctica de la homosexualidad.

La peregrinación de esta gente había sido incluida en el Jubileo entre los centenares de actos programados para 2025, pero como muchos católicos manifestaron su desaprobación, pues daría la impresión de que se daba espaldarazo oficial por parte del Vaticano a la forma de vida y la práctica de la homosexualidad, la presencia oficial de La tienda de Jonatán desapareció del calendario oficial del Jubileo en la página web del mismo. Los organizadores del Año Jubilar explicaron que se retiró porque no les habían proporcionado suficientes detalles.

En una entrevista concedida a la agencia noticiosa española EFE el pasado 23 de diciembre, monseñor Rino Fisichella, proprefecto del Dicasterio para la Evangelización y encargado de la organización del Año Santo, declaró que «si una asociación que realiza la pastoral de los homosexuales quiere hacer realidad esta experiencia de fe, creo que deben encontrar el Jubileo preparado para ellos también». En otra entrevista, concedida a Il Giornale, monseñor Fisichella afirmó: «El Jubileo es del pueblo. Es para todos, no se le puede negar a nadie. Entre las muchas solicitudes que nos han hecho, hemos recibido la de una asociación llamada La tienda de Jonatán. Ahora bien, después de la solicitud verbal que nos hicieron y que incluimos en el calendario, no estamos seguros de que vayan a participar. Por eso la hemos retirado de la lista de actos programados hasta que dicha asociación se haya inscrito como todas las demás. Cuando lo haga la reincorporaremos al calendario. Hemos actuado con toda transparencia. Me gustaría añadir que no se trata de un jubileo para una clase concreta de personas. Son gente que quiere realizar una experiencia de fe. ¿Quién les va a prohibir que peregrinen a la Puerta Santa?»

En las palabras de monseñor Fisichella se observa la misma ambigüedad perniciosa de la declaración Fiducia supplicans del 18 de diciembre de 2023. La práctica de la homosexualidad es una gravísima transgresión de la moral, y está condenada por las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia. Si un homosexual se arrepiente de su pecado y se confiesa, podrá indudablemente atravesar la Puerta Santa confiando en la misericordia de Dios para la remisión de las penas debidas a sus pecados, pero no tiene necesidad de hacerlo ostentosamente, y menos aún un grupo organizado. La tienda de Jonatán se presenta, por el contrario, como una asociación de homosexuales que tiene por objeto «ampliar el apoyo y acogida de la Iglesia hacia el colectivo LGTB y hacia toda víctima de discriminación», y es conocida por sostener la compatibilidad entre la fe cristiana y el ejercicio de la homosexualidad.

La participación oficial en el Jubileo de una organización homosexual que no tiene por fin la conversión, y como incluso justifican su conducta, tiene un claro objeto instrumental: hacer creer que la Iglesia ha cambiado su juicio sobre la homosexualidad. Para evitar semejantes instrumentalizaciones, y sobre todo por el bien de las almas y el honor de la Iglesia, quienes ejercen la máxima autoridad en la organización del Jubileo tienen el deber de recalcar a este respecto y en todo lo demás la incompatibilidad entre el Año Santo y la transgresión moral reivindicada como un derecho. Si no, se convierte en cómplice de la transgresión moral que no condena.

El Jubileo no consiste en canonizar la comisión y reivindicación de un pecado, sino en la oportunidad de convertirnos a un cristianismo auténtico, porque, como recuerda el Salmo, sólo los justos entrarán por la puerta del Señor.

AcaPrensa / Roberto de Mattei / Adelante la Fe

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