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VÍCTIMA DE ABUSOS EN SAN DIEGO DENUNCIA EL ASCENSO DEL CARDENAL MCELROY A WASHINGTON

La historia de Rachel Mastrogiacomo es cuanto menos espeluznante. Ella, mujer víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote de la diócesis de San Diego, es una voz autorizada para denunciar este nuevo tejemaneje del Vaticano al seguir ascendiendo de cargos a un cardenal acusado de negligencia en gestión de casos de abusos, de encubrirlos y por no hablar de su defensa acérrima de causas heterodoxas.

Rachel Mastrogiacomo fue víctima de un abuso sexual con ritual satánico incluido por parte del exsacerdote Jacob Bertrand de la diócesis de San Diego. El sacerdote reconoció haber abusado de ella y fue condenado, aunque gozó de libertad condicional.

Ya en el año 2022 Rachel denunció la revictimización que suponía para las víctimas de abusos la promoción del obispo de San Diego, Robert McElroy al cardenalato ya que no actuó cuando ella denunció a Bertrand a la diócesis.

A su vez, lamentó que «nadie en la Diócesis de San Diego ha mostrado jamás el más mínimo interés por mi bienestar» por lo que dijo que le «llena de temor que McElroy sea quien establezca las políticas de la Iglesia y probablemente participe en la selección del próximo pontífice».

En una entrevista con Crisis Magazine hace unos años, aseguró que la Diócesis de San Diego tiene el informe detallado que describe el crimen satánico de Bertrand desde 2014. Ella denuncia que «la Diócesis de San Diego nunca ha sido transparente respecto de los archivos que posee. No buscaron encontrar la verdad, sino más bien, buscaron ocultarla».

Este nuevo ascenso del cardenal McElroy a una de las diócesis más importantes de todo Estados Unidos, ha supuesto un nuevo mazazo para esta mujer, víctima de graves abusos sexuales, y a quien McElroy parece que no hizo mucho caso.

«Cada vez que este hombre es ascendido a las más altas esferas de la Iglesia, las víctimas vuelven a ser violadas y una pequeña ama de casa que decidió adoptar una postura valiente por ellas experimenta la agonía de la vergüenza pública y una agonía privada que no conoce límites», ha asegurado esta misma semana Rachel Mastrogiacomo desde su cuenta de Facebook.

La mujer hace un crudo relato de lo que vivió al conocer el ascenso de McElroy a Washington: «por suerte, estoy rodeada de varios santos vivientes que nunca dejan de agarrarme la cara, cusparla entre sus manos, mirarme fijamente a los ojos inyectados en sangre y decirme con firmeza «ahora vuelve a levantarte». Y así, esta mañana, escupí espiritualmente la sangre de mi boca, me limpié el sudor de la frente e hice precisamente eso. Me levanté. Si hay algo que espero enseñar a mis hijos y a los hijos de mis hijos a través de todo esto, es esto: no hay mayor gloria que estar con Cristo humillado para que todos lo vean. Nunca pierdas la oportunidad de consolar a Jesús Crucificado. Acompáñalo y hazlo bien».

A su vez, lamenta que «cuanto más poderoso se vuelve McElroy, más impotente me doy cuenta de que soy». No obstante, reconoce que «el Rey del Universo puede hacer cualquier cosa a través de un alma que se sabe impotente. Que pueda cantar para siempre con María de Nazaret: «Ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha levantado a los humildes». Y que la Reina del Cielo ruegue por el alma de este hombre porque yo sólo espero abrazarle en el cielo y darle las gracias por ser la cruz en la que me clavaron públicamente por amor y sólo por amor. Jesús mío, te amo. Cualquier cosa por ti, Jesús mío».

AcaPrensa / InfoVaticana

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