SILICON VALLEY ABRAZA LA FE CRISTIANA Y EMPIEZA A CUESTIONAR EL MUNDO ATEO

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Lo cristiano cada vez se ve con mejores ojos en Silicon Valley.

El abandono de los postulados woke, el alejamiento de las políticas progresistas y su sustitución por un despertar a la fe parece una corriente destinada a ganar influencia social en contextos donde lo políticamente correcto es cuestionado o combatido. Donde esto sucede, reconocerse cristiano, hablar de Dios, mostrar y no esconder las cruces del escapulario o reclamar las políticas MEI -mérito, excelencia e inteligencia- como antídoto a las wokistas DEI -diversidad, equidad e inclusión- empieza a ser algo normal. O al menos, aceptado socialmente.

No siempre es por una fe acérrima, arraigada o militante. A veces son acciones motivadas por cierto interés o rédito personal. En otras ocasiones, son aspectos que se postulan de forma compartida entre católicos, evangélicos, pentecostales o no denominacionales. Y Silicon Valley, cuna de tecnológicas como Apple, Google, Facebook o Netflix, es uno de esos casos: hasta no hace mucho, en la icónica bahía de San Francisco se bromeaba hablando de que el cristianismo era “casi ilegal”.

Pero ahora, Elon Musk, el hombre más rico del mundo que alumbró a Tesla en la “meca tecnológica”, admite con orgullo ser un “cristiano cultural”, como reconoció en X hablando con Jordan Peterson: “Aunque no soy una persona particularmente religiosa, creo que las enseñanzas de Jesús son buenas y sabias… Diría que probablemente soy un cristiano cultural. Hay una gran sabiduría en poner la otra mejilla”.

El caso de Musk es solo uno de los muchos que muestran la creciente influencia cristiana en Silicon Valley.

Vivir la fe donde lo cristiano “era ilegal”

Recientemente, Zoe Bernard publicaba en Vanity Fair un extenso reportaje haciéndose eco de cómo grandes fortunas o pequeños inversores que hasta no hace mucho rechazaban su fe o se avergonzaban de ella, la exhiben hoy con orgullo y como muestra de identidad.

Muestra de ello fue el reciente evento Code & Cosmos, donde grandes fortunas y emprendedores de la bahía se dieron cita para plantearse su existencia y actividad desde los límites de la fe, partiendo de la base de que la ciencia y la tecnología, muy presentes en el enclave, tienen una gran relación y espacio en las enseñanzas cristianas.

Garry Tan, presidente y director ejecutivo de Y Combinator, influyente incubadora de startups de Silicon Valley, celebró un evento que hace algo más de una década habría sido “repudiado” en San Francisco, cuando el emplazamiento tecnológico profesaba una marcada hostilidad hacia lo conservador o un cristianismo “casi ilegal”, como se decía.

El patrón tradicional de Silicon Valley

Bernard describe el panorama que hasta ahora ha dominado Silicon Valley sin oposición reseñable.

En la ciudad se daba una “cultura única dominante” que privilegiaba a un perfil muy determinado de personas que generalmente apostaron por Obama en las elecciones de 2008, militan por los llamados “derechos homosexuales”, decoran sus hogares y jardines con publicidad de Black Lives Matter y si se alejaban del ateísmo era solo en pos de la espiritualidad oriental, salvo que ya fuesen de por sí musulmanes, lo que siempre era “bastante cool” y si te oponías, es porque probablemente eras xenófobo.

Pero hoy ese perfil predominante ha cambiado. Muchos de los que acuden en busca del éxito a la bahía del silicio son conscientes de que el relato a perseguir no es el de la “alegre marcha de la humanidad hacia el progreso”, sino que, por el contrario, el progresismo puede estar conduciendo al mundo a un colapso y el mejor antídoto es la vuelta a un “marco ético” que haya trascendido durante siglos, como el cristiano.

Hoy, Cristo es “el único buen modelo a seguir”

Buen ejemplo de ello es el cofundador de PayPal, Palantir o Founders Fund, Peter Thiel, relevante figura en Silicon Valley y un cristiano confeso que no duda en admitir públicamente su creencia en la resurrección de Cristo, a quien considera “el único buen modelo a seguir”. “Cuando no tienes una creencia religiosa trascendente”, mencionó el emprendedor, “terminas simplemente mirando a los demás. Y ese es el problema de nuestro mundo liberal ateo, la locura de las multitudes”.

Musk, fundador de Tesla y hasta ahora mano derecha del reelegido presidente de los Estados Unidos, es otro de los que se han reconocido orgullosamente como “cristiano cultural” y, además, convencido de que “las enseñanzas de Jesús son buenas y sabias”.

De lo DEI a lo MEI: “Lo woke, un riesgo mundial”

Precisamente Trump es el responsable de los últimos estoques a las doctrinas woke, materializadas en el ámbito empresarial en las políticas DEI -diversidad, igualdad e inclusión, por sus siglas en inglés- y que ahora estarían siendo cuestionadas y reemplazadas por las MEI, referentes al mérito, excelencia e inteligencia.

Alex Karp, magnate y director ejecutivo de la tecnológica Palantir, es uno de los mayores azotes actuales de los postulados woke en Silicon Valley, que no duda en calificar de “riesgo mundial”.

“Creo que el principal riesgo para Palantir, Estados Unidos y el mundo es una forma de pensar regresiva que corrompe y corroe nuestras instituciones, que se autodenomina ‘progresista’, pero que en realidad es una forma de una religión pagana superficial”, declaró.

También se observa un cambio en el modelo de emprendedor o receptor de financiación para proyectos en la bahía.

“Antes, el joven prodigio de veintitantos años que programaba un juego viral y abandonaba Stanford era el favorito de los inversores de capital riesgo. Ahora, si alguien llega y dice: ‘Quiero mucho a mis padres, crecí yendo a la iglesia y eso es lo que me da mi ética de trabajo’, los inversores dirán: ‘¡Dios mío, ese tipo! ¡Financiémosle!”, comenta una responsable de comunicaciones desde el anonimato. “Nadie quiere que esté dos semanas drogado con ácido. Se busca gente trabajadora”, agregan.

Las amenazas del nuevo cristianismo

El resurgir de una cosmovisión cultural cristiana en Silicon Valley no está exento de amenazas. Una de ellas es la de acercarse a la trascendencia por un interés personal o por mera moda, como podría suceder con la espiritualidad new age.

Arjun Sethi, codirector ejecutivo de Kraken -una plataforma de criptomonedas- lamenta que, en algunos casos, esa proliferación parece “superficial, una moda”, e incluso como reemplazo de los criterios de inversión socialmente responsable”. “Te garantizo que hay personas que están aprovechando el cristianismo para acercarse a Peter Thiel”, dijo a la periodista otro de los empresarios.

Otra de las amenazas vinculadas a las ramas no católicas es la de adoptar un cristianismo relativo o “a la carta”. Como afirma el mismo magnate tecnológico Peter Thiel, “el Jesús que conocemos no es el Jesús de la religión. Es el Jesús del pueblo. Para el pueblo. El cristianismo honesto, independientemente de lo que hayas aprendido o escuchado, es una fe radicalmente inclusiva”.

Otra amenaza palpable a la cosmovisión cristiana de esta nueva etapa de Silicon Valley es la pugna entre las llamadas tecnología secular y espiritual.

En un principio, el emprendedor Reggie James ya enunció la existencia de una tecnología que estaría diseñada desde el punto de vista laico y materializado fundamentalmente en las redes sociales. Esta, denominada “SecuTech”, representaría “los valores posmodernistas” de las identidades que puedan ir surgiendo, desde el género o el nacionalismo hasta los llamados incel. Frente a esta visión carente de parámetros morales se está planteando una alternativa, la “tecnología espiritual”. Según James, esta no tiene por qué basarse en ninguna religión concreta y se vería nutrida de “los valores de las distintas religiones”, opuestos generalmente a los “valores tecnológicos seculares y posmodernistas”.

Frente a estas amenazas, habría que plantear qué pilares o marcos fijos e inalterables de influencia moral se establecen de cara al futuro de Silicon Valley.

Donde lo católico marca la diferencia

En este sentido, una de las notas las puede aportar Luke Burgis, católico militante que ha invertido buena parte de su vida y carrera empresarial en la bahía. Impulsor de un buen número de empresas de raíz trascendente como ActivPrayer, dedicada a hacer que los deportes y el fitness realmente sirvan a la persona humana o Inscape, ministerio que ayuda a los jóvenes a descubrir, abrazar y vivir sus vocaciones.

Burgis, también articulista en el apostolado del obispo Robert Barron, Word on fire, es consciente de que en Silicon Valley siempre se ha dado “una fuerte tendencia a crear algo que sustituya a un dios”. Algo que, a día de hoy, bien podrían ser los nuevos planteamientos en torno a la inteligencia artificial o el transhumanismo.

Espiritualmente muerto

Hace un tiempo que abandonó la bahía tras ser víctima precisamente de ese “sinsentido” en su vida a pesar de haber alcanzado un éxito empresarial arrollador. “No me gustaba saber más sobre ciertos lenguajes de programación que sobre la Biblia o la Iglesia. Estaba espiritualmente muerto, y por gracia de Dios llegué a darme cuenta”, declaró entrevistado por Catholic profiles.

Ya entonces consideraba que Silicon Valley se convertiría cuando sus empleados y emprendedores fuesen conscientes de que, como él, tenían “preguntas existenciales sobre la vida y la muerte” que requieren respuesta, y son precisamente algunas de las preguntas que se abordaron en el reciente evento de Code & Cosmos en la bahía.

Lo cierto es que la presencia cristiana genérica no es la única que está ganando impulso. Young Catholic Professionals es una organización relativamente nueva con capítulo en la bahía, y no son pocos los que, como dijo Burgis, acuden a ellos buscando saciar su sed espiritual.

“Yo era una de esas personas que no había ido a misa en más de una década. Fui y me cambió la vida”, relata Michael. “YCP me recuerda continuamente que, con Dios como mi centro, puedo hacer Su voluntad en todos los aspectos de mi vida, especialmente como madre y como profesional”, agrega Lea.

El incalculable valor de la fe en los negocios

Sondre Rasch, fundador de la tecnológica Safety Wing, es otro buen ejemplo de cómo la tendencia está cambiando en Silicon Valley.

Criado en entorno luterano, pronto quedó decepcionado ante la falta de respuestas como las mencionadas por Burgis y pasó a abrazar el nuevo ateísmo. Pero en 2015, al ser consciente de que el nihilismo y el rechazo de la trascendencia hace que “la persona vague sin rumbo por la vida”, comenzó un camino intelectual que le llevó a considerar el cielo como su destino final, a su mujer y la misa como el vehículo para alcanzarlo y al catolicismo como garante de la gracia y la virtud.

Tras su conversión en 2019, fortalecido por el vigor intelectual del catolicismo, Rasch descubrió cómo el catolicismo transformó su liderazgo. Adoptó una perspectiva en la que los empleados no son medios para un fin, sino personas con sus propias metas y dignidad. Su enfoque de la ambición también cambió, alejándose de la ambición egoísta y acercándose a la respuesta a una vocación.

También cree que los emprendedores católicos tienen una clara ventaja, no porque la fe garantice el éxito en el mundo, sino porque proporciona un marco para tomar decisiones sensatas y éticas e íntegras, lo que genera una confianza de valor incalculable en los negocios.

Rasch no solo es la muestra, sino también el observador de que Silicon Valley “está experimentando un discreto resurgimiento de la fe”, y aunque buena parte de sus conocidos son ateos, admite que responden positivamente a su fe.

AcaPrensa / José María Carrera Hurtado / Religión en Libertad

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